- En todos los continentes, nuestra campaña “Unámonos por una educación de calidad” ha tenido mucho éxito. Nuestros mensajes son transmitidos. El mundo sabe que estamos decididos a proporcionar una educación de calidad a todos los niños y a todos los jóvenes independientemente de su origen. El mes pasado, visité una escuela en Berlín, la cual, me explicaron, albergaba a grupo numeroso de niños refugiados de Siria. “¿Cuántos estudiantes refugiados tienen?”, le pregunté al director. “No tengo la menor idea”, respondió. “No los contamos”. Entonces me di cuenta de que ésta es una de las características, o acaso el alma misma, de la profesión docente: el deseo de cimentar la equidad -en el aula, en la escuela, y también en la sociedad en general-. No es una casualidad que muchos de nuestros compañeros estén sumamente preocupados por las decenas de miles de niños refugiados que están actualmente de camino hacia Europa, bloqueados en las fronteras en condiciones miserables o retenidos -en violación de las convenciones internacionales- en campos de detención en Grecia.
- En otoño, la Internacional de la Educación reunirá a líderes de sus organizaciones miembro y a docentes de las aulas de diversos países para abordar la difícil situación en la que se encuentran los niños refugiados e intercambiar métodos y prácticas de enseñanza.
- La educación de calidad no es solamente un asunto nacional, se ha convertido en un desafío global. El pasado mes de septiembre conseguimos que las Naciones Unidas declararan oficialmente que la educación de calidad, la educación primaria y secundaria gratuita y la enseñanza superior asequible fueran uno de sus principales Objetivos de Desarrollo Sostenible para los próximos 15 años.
- Dentro de la UE, ningún país se ha visto más afectado por la crisis que Portugal y Grecia. Más de una cuarta parte de los docentes de este país está trabajando sin contar con una seguridad laboral adecuada. Sinceramente, si debemos dar una definición del “empleo precario” de los docentes, basta con mirar a Portugal. Es alarmante. Contratos temporales, bajos salarios, malas condiciones de trabajo. Estos resultados se deben a la austeridad duradera, a una política que está disociada de lo que se requiere para construir un sistema educativo de calidad, que está completamente al margen de lo que los niños necesitan para tener éxito en el mundo.
Hay que poner un límite cuando las empresas empiezan a gestionar nuestras escuelas con fines lucrativos y generan desigualdades sociales
- Sin una educación financiada con fondos públicos y sin unos docentes altamente cualificados y altamente motivados con un alto grado de autonomía profesional, hay pocas posibilidades de que todos los niños puedan recibir la educación que se merecen. Tampoco hay muchas posibilidades de que los países puedan tener unas sociedades estables o unas economías sostenibles.
- No nos oponemos a que las empresas construyan escuelas y desarrollen materiales de aprendizaje. Pero ponemos un límite cuando las empresas empiezan a gestionar nuestras escuelas con fines lucrativos y generan desigualdades sociales o cuando tratan de invadir el espacio profesional de los docentes y nos dicen qué enseñar y cómo enseñar. Tenemos que hacer que nuestra visión de que la educación de calidad es derecho fundamental, que debe estar protegido por los gobiernos, sea la única opción viable.
- A medida que nos adentramos en la denominada “cuarta revolución industrial”, el mundo necesita desesperadamente un personal altamente cualificado, una profesión docente fuerte para guiar a nuestros jóvenes hacia el futuro. Si los gobiernos nacionales se proponen seriamente mejorar la educación, entonces deben empezar a escuchar a los docentes y mejorar sus condiciones de empleo.
- Influyentes organizaciones como la Unesco y la OCDE, así como un número creciente de académicos de prestigio internacional, están cerrando filas con la Internacional de la Educación. En la batalla de argumentos que han expuesto a nuestro favor, se están adhiriendo a nuestra opinión de que los gobiernos deben asumir su responsabilidad y proteger y mejorar sus sistemas de educación públicos, financiándolos adecuadamente, y deben ayudar a fortalecer la profesión docente.
- No debemos permitir que las personas ajenas, los autoproclamados expertos, las agencias de consultoría y las empresas determinen las normas profesionales. Por esa razón hemos comenzado a desarrollar nuestras propias directrices internacionales para la profesión docente, que ayudarán a las organizaciones miembro a tomar la iniciativa en el establecimiento de las normas profesionales en sus países.
- Nuestra profesión es nuestro bien más valioso, nuestra arma más eficaz para hacer realidad nuestros ideales democráticos y nuestras aspiraciones progresistas. El año pasado, la comunidad internacional llegó a un acuerdo sobre la forma de crear un mundo mejor, un mundo justo. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible reflejan el mundo que queremos. Cuando reviso los 17 objetivos, desde la igualdad de género al agua potable y la erradicación de la pobreza, veo el objetivo de la educación como un elemento central en todos ellos. Desde la infancia hasta los estudios terciarios y universitarios superiores, la educación es un elemento equiparador, saca a la gente de la pobreza e impulsa la innovación.