Vas a empezar tercero de la ESO, y, en cuarto, pasarás un examen: la reválida[1]. El Gobierno no se fía de tu instituto y te va a poner un examen para ver si has aprendido lo que quiere que aprendas. Doy por hecho que vas a aprobar. Esto es muy importante, porque podrás seguir estudiando, aunque al acabar el bachillerato, te tocará aprobar otra reválida.
Lo peor de las reválidas es que son malas aunque las apruebes. Tu instituto va a tener que cambiar el criterio. En lugar de pensar en que aprendas lo que más te conviene para tu futuro, tendrá que esforzarse en que aprendas lo que sale en el examen, porque, si no, te va a dejar tirado.
Y, ¿qué sale en el examen? El examen que propone el ministerio es una mezcla entre las pruebas PISA[2] y el currículum LOMCE[3].
Las pruebas PISA son unos exámenes que hace la OCDE[4] en muchos países para comparar a sus estudiantes a la edad de 15 años. Julio Carabaña[5] publicó el año pasado un estudio muy riguroso sobre las preguntas PISA. Concluía que miden, sobre todo, conocimientos que se aprenden en los entornos familiares y culturales, y que, por lo tanto, el alumnado de familias de niveles económico, social y cultural ricos siempre saca mejores resultados. Es tu caso.
El currículum que ha prescrito el Gobierno mediante la última reforma educativa (LOMCE) es un compendio de lo que el PP y la conferencia episcopal consideran que debe saber una persona española: una enciclopedia sin la honestidad de la Enciclopedia[6].
¿Te va a servir todo esto en tu futuro?
¿Sabes que el 90% de las personas científicas que han existido están vivas?[7]. Están produciendo conocimiento nuevo exponencialmente, y rectificando el conocimiento antiguo en un proceso apasionante y acelerado. La Enciclopedia se vuelve Wikipedia, cambiante, sin criterio de autoridad, construida por miles de manos, siempre por detrás de la producción científica y cultural.
¿Sabes que un ordenador portátil del año 2008 realizaba el mismo número de operaciones por segundo que el cerebro de un insecto? En 2013, el ordenador ya era tan potente como el cerebro de un ratón. Si seguimos a este ritmo, cualquier ordenador portátil del año 2025 podrá tener la misma capacidad de computación que un cerebro humano. Es posible que en 2045 tenga la misma capacidad que toda la humanidad entera (unos nueve mil millones de personas). El siguiente salto, el doble que toda la humanidad. Hoy mismo, ¿tienes alguna idea de qué hay dentro de tu móvil y cómo funciona? ¿Nos conviene depender de cosas que no entendemos? ¿Qué saberes necesitará la humanidad? ¿Qué trabajos vamos a hacer? ¿Qué harán los robots? ¿Qué conocimientos y habilidades tendrán valor?
¿Sabes que PokemonGo te espía? Todos nuestros datos están siendo acumulados, vendidos, analizados y utilizados, y no solo por PokemonGo. El Big Data ya es una realidad. ¿Qué datos tuyos tienen las empresas? ¿Para qué los usan? ¿Qué acceso y conocimiento tienes sobre ellos? ¿Cuánto tiempo se guardan? ¿Qué control tienes sobre estos procesos? ¿Quién tiene el control?
Mientras van pasando estas cosas, y otras muchas, me hago muchas preguntas sobre cómo debería ser tu educación para que te permita dirigir tu vida y vivirla razonablemente bien.
Ante la avalancha informativa y tecnológica, ¿qué hay que pedirle a la educación? Como nadie puede abarcar individualmente todos los saberes, es necesaria la cooperación. Entonces, todas las capacidades y conocimientos son necesarios, y cuanto más diversos, mejor. Es absurdo que todo el mundo sepa las mismas cosas. Necesitamos que cada persona pueda aportar algo propio, relevante y valioso a la vida común y cada vez más interdependiente. Como el conocimiento es poder, hay que conseguir que cada persona tenga las claves para no ser manipulada por otra. Y como nadie conoce lo que se sabrá mañana, la educación debe durar toda la vida y debe incorporar procesos de investigación generalizados. No podemos quedarnos desfasados.
¿Para qué sirven las reválidas? ¿Nos ayudan a superar estos retos? ¿O, por el contrario, son un impedimento?
Las reválidas fijan un sistema educativo de una dimensión. Una línea desde del parvulario a la universidad. Un conocimiento igual para todo el mundo, y una serie de selecciones, que dejan a mucha gente en el limbo de la sociedad del conocimiento.
Me parece que sería bueno que el sistema educativo pasara a tener tres dimensiones, como todo (todavía) en nuestra vida. Un sistema más largo, en el tránsito de un saber a otro, en trayectorias cada vez más libres y creativas, orientadas y acompañadas. Un sistema más ancho, acogiendo saberes para el trabajo, la vida, la cultura, el cuidado, el arte, desde la ciencia y el rigor de pensamiento. Un sistema más hondo y más alto, que tenga sus raíces en la cooperación de todas las capacidades y voluntades de todas las personas, y que, a su vez, genere más cooperación, capacidad y responsabilidad.
Querido Guille, vuestro futuro solo lo podéis hacer vosotros, y en cualquier caso os va a costar. Con las reválidas costará más, porque retroceden al pasado y os obligan a un camino más largo. Una crueldad innecesaria, que aún podemos evitar.
Sobre todo, aprende mucho. A quien no sabe, cualquiera le engaña.
Un beso, Guille.
[1] https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2016-7337
[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Informe_PISA
[3] https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2015-37
[5] http://www.eldiario.es/sociedad/inutilidad-PISA-escuelas_0_387762293.html
[6] https://es.wikipedia.org/wiki/L%27Encyclop%C3%A9die
[7] http://www.jotdown.es/2015/12/el-stem-esta-cambiando-el-mundo-mucho-mas-de-lo-que-eres-crees/
Últimos comentarios
Pedro
Un artículo para la reflexión.Breve pero intenso de contenido. Brillante.