La educación en valores es uno de los grandes retos que tienen por delante los sistemas educativos en el siglo XXI, por eso no basta identificarla en una sola asignatura. Valores como la solidaridad y la cooperación son los que hacen progresar a la sociedad, porque son los que posibilitan el apoyo mutuo. Y deberían ser transversales, no tangenciales, a todo el currículo tanto en las etapas obligatorias como en las postobligatorias, incluida la Universidad.
La importancia de la educación en valores como un elemento de consolidación de los derechos, de la convivencia y de un sistema democrático saludable, incluye la defensa de una educación laica, que respete la pluralidad de creencias y no creencias. Pero, desde CCOO, seguimos echando en falta aquellas medidas llamadas a fortalecer el impacto que en estos momentos tiene el trabajo de concienciación del movimiento feminista y LGTBIQ. El currículo y la práctica escolar siguen reproduciendo estereotipos de género, invisibilizando y discriminando a estas personas. La educación afectiva sexual sigue siendo un tabú. Mediante real decreto, primero, y mediante ley orgánica, después, el PP ha hecho desaparecer en los últimos años la ya escasa atención que la legislación educativa daba a la comprensión y respeto de las diversas opciones de las personas en cuanto a su orientación sexual y/o identidad de género.
Sin embargo, los hechos y los datos nos hablan de que en nuestro país, a pesar de contar desde 2005 con una ley de matrimonio igualitario, pervive la discriminación social hacia las personas LGTBIQ y hacia la mujer, y que esta discriminación se sigue manifestando en el ámbito educativo.
Por ello, además de la derogación de la LOMCE, la incorporación al currículo de una asignatura de Valores Cívicos, la necesaria transversalidad en el currículo de la educación en valores y la supresión de la asignatura de Religión, entendemos que es necesaria la puesta en marcha de actuaciones educativas específicas en los centros de enseñanza para erradicar en ellos la lgtbiqfobia y la discriminación contra las mujeres. Así como estrategias para la adecuada escolarización de menores trans. Es, por otra parte, absolutamente imprescindible que el profesorado esté formado para una educación igualitaria y respetuosa con la diversidad de opciones identitarias sexuales y afectivas.
La violencia contra las mujeres sigue mostrándonos alarmantes cifras de víctimas de todo tipo de agresiones machistas. Las nuevas formas de comunicación, con el desarrollo de las TIC y de las redes sociales, también producen nuevas modalidades para la demostración de conductas machistas, así como situaciones de comunicación con riesgo. En muchas ocasiones, especialmente las jóvenes y las adolescentes, no son conscientes de todo ello.
Como recoge el informe La evolución de la adolescencia española sobre la igualdad y la prevención de la violencia de género, la exposición a modelos violentos durante la infancia y la adolescencia conduce a su justificación e incrementa el riesgo de ejercerla y de sufrirla, aunque, por supuesto, esto no es algo inevitable si, entre otras medidas, se adquieren habilidades alternativas a la violencia que permitan resolver los conflictos con eficacia.
La educación es fundamental para el aprendizaje de unos modelos de convivencia igualitarios, de respeto, solidaridad, trabajo en común y buenos tratos entre las personas. Y, desde esa convicción, la coeducación, que la Federación de Enseñanza de CCOO siempre ha defendido y fomentado, se convierte en la clave de una educación preventiva de la violencia machista.
Como elementos destacados para una práctica coeducativa, se deben realizar las siguientes acciones:
- Creación en cada centro educativo de un departamento de igualdad y contra la violencia de género.
- Inclusión de la educación afectivo-sexual en el currículo de todas las etapas educativas obligatorias.
- Establecimiento de protocolos de acogida, actuación y acompañamiento para menores trans, especialmente durante los procesos de tránsito.
- Educación en resolución pacífica de los conflictos y en una actitud crítica ante todo tipo de violencia.
- Eliminación de estereotipos sexistas o discriminatorios en los materiales educativos, incorporando las aportaciones de las mujeres a la historia de la humanidad y a las diferentes ramas del saber, para fomentar el igual valor de mujeres y varones.
- Fomento en todos los ámbitos académicos universitarios de formación, docencia e investigación en igualdad de género y no discriminación.
- Dotación a las unidades de igualdad de las universidades de los recursos materiales y humanos necesarios, que les permita atender las situaciones de violencia de género, así como el fomento de los buenos tratos.
Texto está extraído del Documento aprobado en el XII Congreso de la Federación de Enseñanza de CCOO (10, 11 y 12 de mayo de 2017).