Gran parte de estas medidas iban encaminadas a paliar el efecto que tienen los parones en la carrera académica, por el disfrute de los permisos de maternidad, excedencias por cuidados de hijas e hijos, o mayores, etc., que mayoritariamente son solicitados por mujeres.
Estos parones suponen una bajada en la producción científica y docente, lo que repercute en las evaluaciones de los méritos para poder optar a promociones o acceso a plazas que necesitan de una acreditación previa, complementos retributivos como los sexenios de investigación, o poder competir en igualdad de condiciones en la obtención de recursos de investigación o docencia, y en proyectos o subvenciones.
El germen de esta iniciativa parlamentaria tuvo lugar en las recientes denuncias en redes sociales de investigadoras madres –entre ellas una promovida por mí misma por las subvenciones del Programa Grisolía–. De hecho, pocas semanas antes de la aprobación de la PNL, desde FECCOO PV se recurrieron las bases de la convocatoria de dicho programa de ayudas a la investigación porque, para su concesión, se considera la producción científica de los últimos 6 años de las personas investigadoras solicitantes, sin tener en cuenta las interrupciones en la carrera de dichas personas en los últimos años. La brecha de género es obvia si se miran los números de las subvenciones Grisolía concedidas en la última convocatoria. De las 34 subvenciones otorgadas, 31 fueron para hombres y únicamente 3, para mujeres.
Aunque la PNL es de ámbito autonómico, se plantea también el traslado de dichas medidas al ámbito nacional y a las universidades y organismos públicos de investigación valencianos.