Mis inicios en 2000, como los de cualquier mujer joven de aquellos años, tampoco fueron fáciles. Los pilares sociales y estereotipos que imperaban, a pesar de los avances actuales, desgraciadamente todavía no nos han abandonado. En ese momento, me llenaban de miedo e inseguridades. Mi avance, desde que sustituí como directora a un militar jubilado, no habría sido posible sin el desarrollo emocional, educacional y social de mujeres y, por supuesto, hombres que soñaban con una sociedad, y por ende, una banda más justa, equitativa e igualitaria. Desde luego, el impulso feminista de la banda significó el progreso feminista del pueblo de La Zubia, de vecinas y vecinos que no solo me han mostrado su cariño y su afecto, sino que me dieron la oportunidad de darles voz en el consistorio municipal.
Romper los esquemas en la banda también me sirvió para romperlos en la política. Aprendí que si la tuba no es un instrumento masculino, la flauta tampoco es utensilio femenino. Los estereotipos musicales han jerarquizado y coartado la libertad del que, dicen, es el lenguaje universal por excelencia. El machismo no solo hace perder a las mujeres, también hace perder a los hombres, limita los legítimos deseos de expresión y emocionalidad que nos hacen ser humanos.
Romper los esquemas en la banda también me sirvió para romperlos en la política. Aprendí que si la tuba no es un instrumento masculino, la flauta tampoco es utensilio femenino
Romper las barreras machistas, tanto en el arte como en la política, es fruto no solo del esfuerzo y la superación personal, sino también del camino andado de mujeres y hombres de La Zubia, que han hecho de este pueblo un referente de mérito, capacidad y respeto. Decía la célebre Marie Curie que “no hay que temer nada en la vida, solo hay cosas que entender. Ahora es el momento de comprender más para que podamos temer menos”. En este avance de lucha y nuevas masculinidades no hay cabida para el miedo, sino para el mutuo aprendizaje, porque juntos somos más, sumamos más y crecemos más.
Deseo que estas líneas muestren que si no podemos hablar de un feminismo sin mujeres, tampoco podemos hablar de un feminismo sin hombres. Queremos y deseamos que se sumen a nosotras. Mi historia personal me lo ha demostrado, porque puedo dar testimonio de que mis éxitos han sido posibles porque muchos ciudadanos de La Zubia son las mejores mujeres y hombres que podrán ser.