La escuela mixta es una condición sine qua non para la coeducación

NUESTRO MODELO EDUCATIVO tiene como objetivo más importante la formación de personas, socialmente activas y solidarias, independientemente de su sexo, sin estereotipos; recoge todos los valores positivos para el progreso social y personal que han desarrollado las mujeres y los varones, e imparte una misma educación integral. Para ello defendemos un modelo que hemos dado en denominar coeducación.

Desde este punto de vista, entendemos que hay que superar la actual dicotomía entre los modelos femenino y masculino, y hay que perseguir el reconocimiento de una pluralidad de modelos y de identidades de género, sin que exista jerarquización entre ellos. Hay que considerar a la totalidad de las personas como sujetos individuales con características propias y hay que perseguir que las diferencias entre las personas no comporten relaciones de desigualdad entre ellas. Hay que superar la todavía existente reproducción, que también desde la escuela, se hace de los roles masculinos y femeninos. Hay que considerar a cada uno de nuestros alumnos y alumnas como personas, individualmente, con sus características propias, dentro de un elenco inmenso de peculiaridades propio de la diversidad humana, que en ningún caso justifica una discriminación de trato.

Hoy, sin embargo, partimos de una clara consideración cultural y social que nos clasifica en dos sexos y de una situación de desigualdad entre ellos, donde un sexo, las mujeres, sufre discriminación e incluso formas de violencia, y el otro sexo, los varones, obtiene ventajas de esa desigualdad, a costa de las mujeres. Para avanzar en nuestros objetivos, estamos obligados a tener en cuenta esta situación, pues hay que considerar que existe un colectivo discriminado al que hay que reponer sus derechos, necesitando de un esfuerzo especial dada su situación de desventaja social.

La escuela mixta es una condición sine qua non para la coeducación. Por eso la defendemos. Hay que insistir en que el hecho de reunir a chicos y chicas en los mismos centros y en las mismas aulas no significa, por sí solo, que se esté produciendo una educación igualitaria. Con el término coeducación pretendemos superar las limitaciones e insuficiencias de la mera reunión de chicas y chicos sin que medie un proceso intencionado de intervención hacia un desarrollo personal de unas y otros, y una construcción social común y no enfrentada. La igualdad es un punto de partida para un proyecto de vida, y las niñas, los niños, adolescentes y jóvenes, deben poder proyectarlos en igualdad.

Sin embargo, tras la LOMCE y su vuelta atrás en términos de igualdad entre los sexos y de refuerzo de los centros “de educación diferenciada”, hoy cobra máxima importancia la defensa de la escuela mixta, pues se trata de educar a chicas y chicos de forma igualitaria, de proporcionarles los mismos recursos para su formación, con los mismos derechos y las mismas posibilidades de inserción social, y para ello no cabe la segregación.

Ahora bien, la enseñanza mixta que tenemos en nuestros centros educativos tiene una serie de déficits en relación con la coeducación, pues sigue manteniendo unos contenidos androcéntricos, unos libros de texto donde perviven los estereotipos de género, una práctica educativa que, por lo general, no planifica la actividad en contra de la discriminación de las mujeres y a favor de la igualdad de los sexos, etc., que repiten patrones patriarcales. Por tanto, aún debemos plantear una serie de medidas para una verdadera coeducación:

  • Revisión de los contenidos en todas las áreas del currículo para introducir las aportaciones de las mujeres a la vida social y a la cultura.
  • Utilización de libros de texto y materiales curriculares que difundan una visión no estereotipada de los sexos.
  • Utilización de un lenguaje no sexista, que nombre a las mujeres.
  • Práctica de una orientación educativa que facilite a las chicas y a los chicos una elección formativa y profesional al margen de los estereotipos de género, y el diseño de programas específicos para facilitar a chicas y chicos el acceso a las materias y profesiones tradicionalmente consideradas como propias del otro sexo.
  • Introducción en el currículo escolar de conocimientos y experiencias relativos a la salud, la sexualidad y las tareas de la vida cotidiana que requieren el ejercicio de la propia autonomía.
  • Aprendizaje de los afectos y emociones, que posibilite a chicas y chicos un desarrollo íntegro de su personalidad y una capacidad de vinculación emocional con los demás positiva y de respeto mutuo.
  • Tratamiento expreso de la diversidad sexual y de género, conociendo y considerando legítimas y dignas de respeto la amplia gama de expresiones personales de la sexualidad y la identidad sexual.

Las administraciones educativas deben fomentar que los centros avancen en esa dirección, empezando por la formación inicial y permanente del profesorado en materia de coeducación, y siguiendo por la dotación de recursos a docentes y centros para la tarea coeducativa.

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Pedro Badía

Secretario de Política Educativa, Infancia e Institucional de FECCOO