La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que el cáncer es responsable de un tercio de las muertes atribuibles al trabajo en todo el mundo, muy por encima de cualquier otra causa. Sin embargo, mientras que periódicamente tenemos noticias de accidentes de trabajo o de sus estadísticas, los casos de cáncer laboral a duras penas se abren paso en las agendas de los medios de comunicación. Buena parte de esto es responsabilidad del subregistro en la declaración de enfermedades profesionales por exposición a agentes cancerígenos. Mientras que las estimaciones más prudentes cifran en 10.000 los casos anuales de cáncer laboral en España, tan solo se notifican como contingencia profesional unas pocas decenas cada año.
Los casos de cáncer laboral a duras penas se abren paso en las agendas de los medios de comunicación
Para romper este muro de silencio, aflorar esta realidad y contribuir a su prevención, desde CCOO pusimos en marcha en 2011 la campaña Cáncer Cero en el Trabajo. En estos años hemos logrado que el problema del cáncer laboral se fuera abriendo hueco, poco a poco, entre los temas de actualidad de los medios. Sin abandonar la preocupación que siempre nos ha generado el amianto, hemos puesto el foco sobre otros agentes a los que no se prestaba atención, como determinados agentes químicos, medicamentos peligrosos, pesticidas o radón. Y hemos conseguido romper, dentro y fuera del sindicato, la asociación exclusiva entre cáncer y sectores industriales y altamente masculinizados. Las exposiciones a cancerígenos también están presentes en sectores de servicios con gran ocupación de trabajadoras, como la sanidad y los centros de belleza. Y, por supuesto, en la educación.
Mejorar la salud laboral en el sector educativo
La Federación de Enseñanza se incorporó a Cáncer Cero en el Trabajo con un primer objetivo de eliminar el amianto de los centros educativos: sustituir pizarras, cubiertas o bajantes fabricadas con este cancerígeno. Pero en este último año ha ampliado el espectro de su intervención a otros agentes, como los químicos usados en laboratorios y talleres, los productos de limpieza, los fitosanitarios o el radón, en aquellas zonas de nuestro país en las que este gas radiactivo de origen natural es más abundante. Se trata de un ambicioso objetivo para mejorar la salud laboral de las trabajadoras y los trabajadores del sector de la enseñanza, pero es también un ejemplo de cómo la acción sindical puede convertirse en una herramienta de primer orden en términos de salud pública: cientos de miles de alumnas y alumnos, la inmensa mayoría en fase de crecimiento y con un organismo especialmente vulnerable a la acción de estos agentes, se verán beneficiados por la actuación de nuestro sindicato.
Retos
En la trayectoria de CCOO hemos logrado importantes avances para prevenir el cáncer de origen laboral, pero seguimos afrontando importantes retos. A nivel europeo estamos participando en el proceso de revisión de la Directiva de Cancerígenos o Mutágenos, presionando para que se garanticen las más altas escalas de protección posibles; y, a nivel nacional, peleamos para mejorar los sistemas de notificación y registro, y para garantizar que la vigilancia de la salud al personal expuesto se prolongue más allá de su vida laboral. Para ello, vamos a necesitar la colaboración de todas las organizaciones del sindicato y sabemos que la Federación de Enseñanza de CCOO ya empuja para conseguir estos objetivos en su ámbito.