«Con demasiada frecuencia se olvida, en nuestro mundo ansioso, práctico y moderno, que el crepúsculo, la sombra y la belleza son tan importantes para el crecimiento de un niño como la comida y el aire».
P
Portada de la 1ª edición,
de tapa blanda,
de MIT Press: Cambridge, 1974.
Lady Allen of Hurtwood.
Londres, Thames and Hudson, 1969
Así, participó en la fundación, en 1929, del Institute of Landscape Architecture (el organismo profesional de los paisajistas británicos) y fue impulsora de la ley de protección de la infancia del Reino Unido, aprobada en 1948.
Lógicamente, estas dos pasiones se encontrarían en el diseño de zonas de juego para niños, un nicho profesional que estudiaría y exploraría desde el mismo final de la Segunda Guerra Mundial. En Dinamarca, conoció las primeras áreas de juego con materiales de desecho provenientes de las zonas bombardeadas, modelo que importó inmediatamente al Reino Unido. Su deseo de impulsar la creación de estos espacios en una Europa en plena reconstrucción, la llevó a publicar varios folletos y libros sobre este tema.
En Planning for Play, la autora presenta áreas de juegos de diferentes diseñadores y en varios países, en diversos entornos (desde escuelas infantiles hasta centros hospitalarios) y para menores de distintas edades y necesidades (como niños con diversidades funcionales). No hay recetas, ya que la autora recuerda que se aprende de los errores y que cada caso necesita de un estudio y una solución específica. Pero no falta un postulado: para que el diseño funcione, se tiene que partir de las necesidades y la mentalidad de los niños, no de los deseos o conveniencias de padres, educadores o instituciones políticas. Y recuerda también que una zona que no resulte atractiva es un derroche de espacio y dinero.
Es imprescindible que los niños encuentren espacios, en su escuela, en que poder crear su orden desde el caos, con materiales sencillos (agua, arena, madera, cuerda) y reciclados (neumáticos y palés), y que esos espacios tengan una alta calidad paisajística y estén integrados en sus entornos.
Tanto el texto como las fotografías en blanco y negro de este libro mantienen toda su vigencia como fuente de inspiración y lección de cómo enfocar el diseño de una zona de juegos infantiles que funcione; es decir, que ofrezca una amplia paleta de retos, oportunidades y experiencias para un desarrollo físico, emocional y social sano.