El porno es otro virus

DURANTE EL CONFINAMIENTO A CAUSA DE LA COVID-19, el consumo de porno se ha disparado en todo el mundo entre adultos y menores. Esta “escuela” –la del porno–, al contrario que las convencionales, ha permanecido abierta y a pleno rendimiento durante la pandemia.

Muchos de los grandes portales de referencia, como PornHub, han ofrecido sus contenidos gratis, aumentando así sus ingresos por publicidad, y, lo más importante, captando a un número desmesurado de usuarios nuevos mientras fidelizaba a los de siempre. Este “pasen y vean” durante el confinamiento va a crear dependencia en muchos jóvenes, a quienes más adelante les harán pagar, porque la pornografía amasa fortunas gracias a sus consumidores, millones de internautas a quienes engancha para controlarlos a través de sus datos, su dinero y su vida.

La pornografía se considera un fenómeno inofensivo y sin víctimas, pero lo cierto es que su gran consumo lleva aparejados efectos personales, familiares y sociales muy perjudiciales. Es un fenómeno que traspasa las fronteras digitales y que puede ser ritualizado por menores y adultos en las calles, en los colegios y en muchos hogares con un simple clic desde el móvil.

Muchos padres y madres son negacionistas en lo que se refiere a que sus hijos e hijas menores accedan a pornografía en la Red, pero es que niños, niñas y adolescentes están expuestos a una cantidad de material sin precedentes desde que tienen su primer dispositivo móvil con Internet (cada vez, por cierto, a una edad más temprana). El porno ha existido desde hace años, pero nunca había sido tan accesible como hasta ahora, ni tan extremo y realista.

Este negocio rompe sueños y destroza vidas a uno y otro lado de la pantalla, y también capta a mujeres y niñas engañadas con suculentas ofertas para trabajar como actrices porno amateur o modelos webcam, a las que explota y desecha, porque la pornografía necesita generar millones de contenidos de manera continuada. De ahí la constante búsqueda de “carne fresca” y la presión persistente por nuevas protagonistas. Sí, nuevas, porque sobre todo son mujeres, jóvenes y niñas.

El porno es un virus social que muta a gran velocidad gracias a las nuevas tecnologías y contra él la única vacuna es la educación y la lucha por la igualdad. Además, se trata de un virus que está en manos de personas con ánimo de lucro y cero empatía hacia la vida humana, como he podido comprobar en mi última investigación, publicada recientemente en un libro titulado PornoXplotación.

Últimos comentarios

  • Candela

    Muchas gracias por tu aportación. Feliz semana.

  • Miguel Alvarez

    No es una cuestión de moral, o de derechas o izquierdas, es una cuestión de salud mental: es como el tabaco o la droga, ¿se puede fumar o consumir drogas o pornografia sin engancharse? Sí, pero esto está al alcance de muy pocos. Lo normal es acabar fumando como un carretero o ser un drogadicto, o acabar teniendo semen en el cerebro en vez de materia gris.

  • Joaquín

    Si si, hay que prohibir el porno, el tabaco, los toros, la homosexualidad , a los que piensan diferente, a los que tienen un ordenador y eligen lo que quieren ver esos a la cárcel. Hay que prohibir Ccoo, hay que prohibir la libre forma de pensamiento y sobretodo la moral de gente que se cuestiona que es lo siguiente que hay que prohibir , ya sea por ser gente amargada como la persona que ha redactado articulo que calificaría como ridículo, cohibiendo la libertad de elección.
    En definitiva hay que prohibir prohibir, y educar mejor a nuestros hijos.

  • Manuel

    Felicito a CCOO por alertar a la sociedad del grave problema que constituye el acceso indiscriminado a contenidos Porno, una forma de esclavitud y explotación devastadora.
    A menudo no suelo estar de acuerdo con los posicionamientos de CCOO en temas de educación, pero en este caso coincido plenamente.

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Mabel Lozano

Directora de cine social, productora y autora.