Según el informe de SOS Racismo, basado en una investigación-acción participativa titulada Del Maine a las RRSS, en nuestro país las personas inmigrantes sufren toda una serie de discriminaciones, tanto positivas como negativas –discriminaciones a fin de cuentas–, que sistemáticamente son acentuadas por los medios de comunicación y se extienden por las redes sociales.
Dicho estudio se centra básicamente en cómo la prensa, en todos sus formatos, moldea la información a su antojo, con argumentos tanto a favor de la derecha más radical como de la izquierda –con actitud más laxa esta última–, que desembocan en el primer caso en discursos de odio, y en el segundo, en lo que se denomina un humanitarismo sin responsabilidad.
La faceta participativa de este trabajo hace referencia a la intervención de personas de otros países en forma de entrevistas y sus experiencias personales. Una conclusión muy generalizada es que, a pesar de la dureza que ya de por sí supone vivir y adaptarse a otro país, lo que peor se lleva es la convivencia misma, el hecho de salir a la calle y ser objeto de miradas y gestos despectivos, gratuitos y estériles, que no favorecen la integración.
Por muchas ayudas y políticas que se pongan en práctica, si el día a día, lo cotidiano, carece de un mínimo de empatía y cortesía por parte de todos y todas, la existencia se enrancia; y digo todos y todas para no caer en la dicotomía del nosotros/as y ellos/as, que supone el primer paso hacia la alienación.
Dado que la inmigración nos atañe a todos y todas, conviene que desde la escuela fomentemos la empatía hacia este fenómeno social, sobre todo cuidando las formas y expresiones, pero desde una perspectiva objetiva y realista, y así evitar o prevenir toda discriminación –también la positiva–, ya que aunque esta no empeora la situación, tampoco apunta a una solución.
El título escogido describe muy bien las dos posturas generalizadas que hoy en día coexisten en nuestra sociedad respecto a la inmigración: la primera (migrantes pobres) obedece a un discurso ofensivo y racista por desgracia muy extendido; la segunda (pobres migrantes), responde a una especie de indefensión ante un hecho que no podemos obviar y que creemos que no podemos cambiar.