Si bien es cierto que, poco a poco, se ha ido asentando a través de distintas estructuras (actualmente Red Integrada de Orientación Educativa, RIOE), todavía falta mucho camino por recorrer, especialmente en las etapas educativas voluntarias, como la Formación Profesional, donde la figura de el/la orientador/a no se concibe todavía como estructura de la RIOE y, por tanto, como un recurso estable.
La idea de la orientación, como derecho y principio, no solo se refiere a la necesidad de potenciar una educación centrada en la persona, sino también a un proceso orientador a lo largo del ciclo vital, que impregne todas las etapas educativas y no solo (o principalmente) la etapa obligatoria. De hecho, la presencia de los/las orientadores/as educativos en los centros públicos integrados de Formación Profesional (CPIFP) es bastante reciente, desde el curso 2016-2017.
Partiendo de la necesidad de entender la orientación desde un modelo estable en todas las etapas educativas, también se hace preciso contextualizar el modelo de orientación en cada una de ellas, así como implementar cambios y mejoras que sepan dar respuesta a las nuevas demandas. En FP debemos prestar especial atención a las necesidades vinculadas al desarrollo vocacional al tener un papel protagonista en esta etapa de crecimiento.
La orientación, desde el ámbito del asesoramiento profesional, no solo es una necesidad de esta etapa, sino que es uno de los ámbitos de actuación preferentes del proceso orientador. De hecho, la orientación en sus inicios se llamaba orientación profesional, concediendo una gran importancia al proyecto vital, las transiciones, las toma de decisiones…, que son uno de los núcleos principales del asesoramiento en FP.
En esta línea, el psicólogo Donald. E. Super destacaba, en varias de sus obras, la importancia que tenía la orientación académica y profesional en la etapa de exploración (15-24 años), por lo que en este sentido, es fundamental implicar al alumnado en tareas que mejoren su proceso de tentativa, búsqueda, ensayo y error para estimular la madurez vocacional, es decir, que cada persona logre vincular sus aptitudes e identidad a la elección de su rol ocupacional.
Siendo la búsqueda del proyecto vital un objetivo fundamental de esta etapa, es frecuente encontrar situaciones de asesoramiento como las siguientes: el ciclo formativo que están cursando no responde a sus intereses y expectativas, y necesitan saber la oferta existente para inscribirse en otro cuando los plazos lo permitan; pueden necesitar conocer cuáles son los módulos profesionales que componen cada uno de los ciclos formativos para decantarse por uno y no por otro, dónde poder cursarlos, así como sus salidas profesionales; pueden haber finalizado un ciclo formativo ya sea de Grado Medio o de Grado Superior y desean cursar otro, o pasar de un ciclo formativo de Grado Medio a uno de Grado Superior, o, por ejemplo, quieren saber cómo es el acceso desde un ciclo formativo de Grado Superior a la Universidad.
A destacar también la función de la orientación con el alumnado de la Formación Profesional Básica (actualmente CFGB) que, por sus características específicas, es preciso que cuenten con un asesoramiento individualizado que facilite su proceso de aprendizaje para evitar de esta manera que abandonen el sistema educativo sin titulación.
Los CFGB no solo favorecen la permanencia en el sistema, sino que también pueden marcar nuevos horizontes para mejorar la atención a la diversidad, incorporando nuevos modelos de docencia compartida o la figura de PT (Pedagogía terapéutica) de cara a mejorar la atención del alumnado con necesidad específica de apoyo educativo (ACNEAE).
También habría que reflexionar sobre la necesidad de mejorar el acceso y la oferta formativa de FP, ya que cada vez es mayor el número de estudiantes que demandan estas enseñanzas y que se quedan fuera de la opción elegida. El proceso orientador tiene sentido en la medida que el asesorado/a, encuentra una meta posible en la que poder elaborar su proyecto vital, de lo contrario intentamos motivar o asesorar sobre itinerarios a los que el alumnado no puede llegar.
Otro de los temas que habría que abordar es cómo integrar la orientación en un CPIFP. Debemos considerar que la situación del orientador/a en el centro debe ser estratégica y puede estar conectada a todos los grupos de estudiantes a través, principalmente, del Departamento de Formación y Orientación Laboral (FOL) y en coordinación con el Departamento de Información, Orientación Profesional y Empleo (IOPE).
En un CPIFP un/a orientador/a no imparte clase en ninguno de los módulos profesionales que componen los diferentes ciclos formativos, pero desarrolla otras tareas:
- El asesoramiento individualizado (la demanda de dicho asesoramiento puede partir del alumnado, del profesorado, tutoría o de las familias).
- La coordinación con el profesorado y, en especial, con tutoría para realizar un seguimiento más personalizado del alumnado que lo requiere debido a sus circunstancias personales, familiares o educativas.
- La realización de sesiones de formación directa con los grupos, pudiendo tratar diversos temas, como por ejemplo: la inteligencia emocional, el objetivo de esta formación es el de promocionar actitudes de vida saludables y formarles en procesos de autoconocimiento y regulación emocional, aspectos relevantes para el desarrollo personal, social y profesional del alumnado.
- La coordinación con los servicios sanitarios o sociales del alumnado que pudiera requerirlo.
- La colaboración en el diseño, planificación y elaboración de los distintos documentos institucionales del centro, tales como el proyecto funcional del centro, el cual incluye, entre otros, el plan de orientación profesional y acción tutorial y el plan de convivencia.
- La coordinación con diferentes departamentos didácticos que pudieran requerirlo, en especial con el de FOL o el de IOPE, o con el intermediador laboral para favorecer acciones conjuntas, integradas y globales.
- El asesoramiento y la resolución de dudas, a realizar junto con otros departamentos didácticos, dirigido a las personas que participan en los procedimientos de evaluación y acreditación de competencias (PEAC).
En definitiva, la finalidad de la orientación es contribuir a la mejora de la institución escolar mediante un apoyo permanente que ayude a los centros a fomentar el trabajo coordinado de los equipos docentes, a incorporar innovaciones metodológicas y materiales didácticos, a establecer medidas de atención a la diversidad y a desarrollar estrategias que permitan una intervención educativa adaptada a las necesidades del alumnado escolarizado.
El proceso orientador en FP no solo reclama una estructura estable de la RIOE, sino también la creación de nuevos modelos de orientación que sean capaces de combinar los enfoques más tradicionales con otras propuestas más emergentes, que profundicen en el desarrollo vocacional, la salud mental o la diversidad.