El soporte público, tanto en infraestructuras como en programación, amortigua los precios. Es una valiosa actividad que merece aplausos, lo cual no es óbice para compartir alguna crítica y compararla con potencias próximas, geográfica y económicamente. ¿Es comparable el número de conciertos en proporción a la población? ¿Qué porcentaje de la ciudadanía disfruta y demanda estos productos? ¿Cuál es su edad media? ¿Cómo ha evolucionado la oferta en los últimos años? ¿Cuál es el canon consagrado? ¿Qué posibilidades hay de renovarlo? ¿Qué papel juegan los conservatorios? ¿Cuál es el perfil de los programadores y directores musicales? Para gustos los colores, nos dirán; no es posible agradar a todo el mundo. Entre las cavilaciones que urdo, hoy me permito reflexionar sobre la bajísima presencia de la música española en nuestras carteleras.
Aunque cada temporada se salpica con alguna pieza hispana y se estrena algún encargo, cabe advertir que el porcentaje de música española es irrisorio. Es un toque para guardar las apariencias sin gran esfuerzo. La programación de muchas orquestas españolas podría ser perfectamente apta para cualquier orquesta rusa o alemana. ¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué ocurre esto? Tal vez, por una combinación de rutina, conservadurismo, falta de imaginación, desinterés político y desdén hacia lo propio. Me pregunto si esta actividad cultural, financiada desde lo público, no debería incluir al menos un 50% de música española. ¿Sería mucho pedir? ¿Cómo programan en otras latitudes? ¿Qué podemos aprender del sinfonismo allende nuestras fronteras? ¿Qué estudios manejan al respecto las autoridades del ramo?
Mi querido y admirado maestro José Luis Temes ha rescatado del olvido el gran sinfonismo español y demostrado, con hechos consumados, su valía. Su milagroso, vasto y estupendo quehacer se brinda en grabaciones a las que cualquier aficionado, programador o director de orquesta puede acceder. Son proyectos dedicados a artistas como Miguel Marqués, Rosa García-Ascot, Carlos Baguer, Francisco Calés, María de Pablos, María Rodrigo, Ángel Arteaga, Pablo Sorozábal, Tomás Bretón, María Teresa Prieto, etcétera, etcétera, etcétera. Es una tarea impresionante que pone delante de nuestras orejas una música maravillosa. José Luis Temes es inasequible al desaliento: a fecha de hoy ha estrenado 359 obras y ha grabado 110 discos. ¡Sublime! Ojalá llegue el día en que también podamos disfrutar de este maravilloso patrimonio musical en los conciertos ofrecidos por nuestras orquestas de manera habitual. Espero que nadie se ofenda, pero hacer lo contrario me parece propio de una filarmonía cateta.