La relación que transforma: docentes y estudiantes, patrimonio común de la humanidad

DOS DÍAS ANTES DE QUE ARRANCARA OFICIALMENTE LA CUMBRE MUNDIAL SOBRE DOCENTES EN SANTIAGO DE CHILE, celebrada los días 28 y 29 de agosto, la delegación de la Internacional de la Educación (IE), entre la que se encontraba la Federación de Enseñanza de CCOO (FECCOO), ya trabajaba intensamente en la capital chilena.

Eran jornadas de preparación, de reuniones previas y de afinación de estrategias para garantizar que las voces del profesorado se escucharan con fuerza en un encuentro llamado a marcar un antes y un después en la agenda educativa mundial. Y lo consiguió.

“Ha llegado el momento de pasar de las recomendaciones a la acción. Necesitamos que los gobiernos asignen recursos e implementen las recomendaciones de la ONU. (…) Sin una acción inmediata en materia de contratación, retención, bienestar profesional y un diálogo social genuino que respete a las y los docentes como profesionales, los objetivos mundiales en materia de educación seguirán siendo promesas vacías”.

Con estas palabras, Mugwena Maluleke, presidente de la IE, abrió la Cumbre. Pero si algo quedó grabado en la memoria colectiva de quienes asistieron fue un anuncio sin precedentes: el reconocimiento de la relación docente-estudiante como patrimonio común de la humanidad.

Un logro histórico para la educación mundial

Por primera vez, un foro internacional de alto nivel colocaba la relación pedagógica –ese vínculo humano y transformador entre quienes enseñan y quienes aprenden– en el lugar que le corresponde: un tesoro universal, irreemplazable y digno de protección global.

En un tiempo dominado por la digitalización acelerada y las promesas de la inteligencia artificial, este reconocimiento reafirma algo esencial: nada puede sustituir la interacción humana que ocurre en las aulas. Enseñar no es transmitir datos; es construir confianza, despertar la curiosidad, formar ciudadanía crítica y acompañar trayectorias vitales.

Para la IE y sus organizaciones afiliadas, entre ellas FECCOO, este logro no es solo simbólico: es político y estratégico. Supone blindar la profesión frente a la deshumanización de la educación y situar la dimensión relacional en el centro de cualquier reforma educativa futura.

De Santiago al mundo: un hito sindical

El Consenso de Santiago consagra este reconocimiento como una conquista del sindicalismo docente internacional. La IE, tras años de incidencia, logró que gobiernos, organismos de Naciones Unidas y actores educativos aceptaran que la relación docente-estudiante es un bien común, equiparable
a un patrimonio cultural intangible, que debe ser protegido y promovido.

Para FECCOO, este avance confirma que la defensa de la equidad, la inclusión y la diversidad solo es posible cuando se respeta el corazón humano de la enseñanza. No se trata únicamente de más recursos o de mejores infraestructuras –indispensables, sin duda–, sino de preservar la esencia misma de la educación como un encuentro humano irreemplazable.

Una crisis que exige acción inmediata

El reconocimiento llega en un contexto dramático: faltan más de 50 millones de docentes en todo el mundo. La sobrecarga laboral, los salarios insuficientes y la precarización han provocado una crisis global de atracción y retención.

La IE insiste: la única salida es invertir en el profesorado, garantizar condiciones laborales dignas, establecer comisiones nacionales sobre el personal docente y aplicar de inmediato las recomendaciones de la ONU.

Pero, junto a estas medidas, el reconocimiento del vínculo pedagógico como patrimonio común eleva la discusión a otro nivel: obliga a repensar la educación no solo como un servicio, sino como un derecho humano relacional, basado en la dignidad de quienes enseñan y quienes aprenden.

Cinco demandas para transformar la profesión

En Santiago, la IE resumió su mandato en cinco puntos urgentes:

  1. Más colegas en las aulas. Sin contratación masiva, la crisis se agravará.
  2. Aplicación inmediata de las recomendaciones de la ONU. El tiempo de los diagnósticos ya terminó.
  3. Participación docente en la toma de decisiones. Sin voz del profesorado, no hay políticas legítimas.
  4. Reconocimiento de la relación docente-estudiante como patrimonio de la humanidad. El gran logro histórico de esta Cumbre.
  5. Mayor compromiso internacional. La educación no puede depender de presupuestos menguantes ni de deudas asfixiantes.

Un faro para el futuro educativo

Este reconocimiento histórico proyecta un mensaje poderoso: la educación es, ante todo, una relación humana. Un patrimonio vivo que atraviesa generaciones, culturas y fronteras.

En un mundo fragmentado por desigualdades, conflictos y transformaciones tecnológicas, proteger esa relación es proteger la posibilidad misma de un futuro común.

La Cumbre de Santiago pasará a la historia no solo como un espacio de diagnósticos y compromisos, sino como el momento en que la humanidad reconoció que la chispa que enciende la enseñanza –el encuentro entre docentes y estudiantes– merece ser preservada como uno de sus bienes más preciados.

Sin docentes no hay patrimonio, sin patrimonio no hay futuro

La Internacional de la Educación, junto con organizaciones como FECCOO, ha demostrado que el sindicalismo docente es capaz de convertir demandas en logros históricos. Ahora toca pasar de la declaración a la implementación, garantizar financiación pública suficiente y proteger la dignidad profesional.

Porque si algo nos enseñó la Cumbre de Santiago es que la educación no es un algoritmo ni un servicio técnico: es un patrimonio humano que hay que cuidar. Y en ese patrimonio, la relación entre docentes y estudiantes es la piedra angular. Un patrimonio que, desde ahora, pertenece a toda la humanidad.

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Antonio Sánchez Cazorla

Secretaría de Política Internacional en la Federación Estatal de Enseñanza de CCOO