Libertad y Educación

¿QUÉ ES LIBERTAD? ¿QUÉ ES EDUCACIÓN? No sabemos bien lo que es la libertad. Sí conocemos más lo que es la educación y queremos una educación para vivir en libertad.

 

No tienen libertad los que tienen que trabajar necesariamente en algo que no le gusta, sin iniciativa propia y por poco dinero para comer y dormir. Tampoco tienen libertad los que tienen que obedecer sin iniciativa propia y continuamente órdenes que son injustas porque no van contra la justicia y la moral.

Los alumnos que están recibiendo solo instrucciones sin que su creatividad sea admitida no viven en libertad. Tampoco viven en libertad los profesores que no pueden desarrollar su iniciativa
dentro de un programa que no es suyo debido a restricciones de superiores o de los padres de los alumnos.

Vulgar y equivocadamente se dice que hay libertad cuando se puede hacer lo que a uno le da la gana. Pero lo que a uno le da la gana en un momento puede ser perjudicial para su naturaleza corporal o moral. Por eso la libertad no consiste en hacer lo que a uno le da la gana, sino lo que es más conveniente a corto o largo plazo para la salud física y moral. Se pueden tener impulsos de amor o de odio hacia los otros y hacia uno mismo. Seguir los impulsos de odio es siempre perjudicial. El amor es creativo y productivo. El odio es destructivo hacia los demás y/o hacia uno mismo. El amor es integrador y el odio es desintegrador y limita la libertad.

Los alumnos traen a veces de su familia impulsos destructivos que los profesores tienen que neutralizar y superar, con mucha inteligencia, conocimiento y esfuerzo. Los padres también necesitan estos atributos, pero además deben respetar a los profesores.

La familia es la primera sociedad en que vivimos las personas, pero es insuficiente para el desarrollo total del individuo. Después de la familia tenemos que vivir en sociedad y la primera sociedad en la que nos integramos es la escuela, la cual nos prepara para integrarnos en otras sociedades. En cada sociedad en la que nos integramos tenemos algo en común con los elementos de esa sociedad. Ese algo exige el total respeto, lo que limita el “lo que me da la gana”, pero algunas veces las exigencias de respeto se extrapolan a los caprichos o “lo que le da la gana” de los más fuertes de esa sociedad, no respetando los más fuertes a los más débiles, por lo que estos no pueden crecer e integrarse en otra sociedad superior. A lo largo de la vida necesitamos integrarnos con libertad en el trabajo, de una manera creativa, en la universidad, en una estructura política… Esto no es posible con impulsos e instintos destructivos, que por eso deben ser superados por la educación y para la educación en libertad.

El respeto exige lógica desde los principios hasta las metas a conseguir, no rigidez, para poder dejar crecer.

Ciertas pretendidas sociedades ofrecen normas aparentemente permisivas y más fáciles de seguir en principio, pero que después entrampan a las personas. No tenemos que caer en esas trampas como inferiores ni en la creación de las trampas como superiores.

 

Lucía Contreras Caballero
Profesora titular numeraria jubilada de la Universidad Autónoma de Madrid

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