Sin embargo, los tiempos cambian. Por eso, cada día son habituales los conciertos con comentarios o presentadores, con programas breves, sin descanso, con puesta en escena y pantallas que muestran detalles directos o imágenes grabadas. La cosa cambia cuando se amplifica el sonido: se pierde calidad acústica y se entra en competencia con audiovisuales de sofisticada edición. Cabe hacer sonorizaciones de gran perfección, pero ello requiere personal cualificado, buenos equipos, tiempo de calibración y, en consecuencia, dinero. Haberlas, haylas…
Uno de los conciertos de música clásica más populares se televisa desde Viena el día de Año Nuevo. Es un evento que trasciende el ámbito especializado, pero que proyecta una imagen profundamente trasnochada y conservadora: nunca ha sido dirigido por una mujer. El violinista holandés André Rieu ofrece una versión más mediática de un producto parecido, llenando los polideportivos de todo el mundo con su orquesta clásica. El programa, la presentación, la puesta en escena, la iluminación, los solistas y las coreografías nos remiten a una estética caduca, ostentosa y pretenciosa. Aquí sí que hay mujeres, exhibidas en primera fila con vestidos multicolores de estilo victoriano. Los medios técnicos juegan un papel crucial a la hora de facilitar la comunicación en grandes espacios. Es un producto redondo y popular, salvo por el precio de las entradas. Tras la campaña navideña de la tele autonómica, vuelve al WiZink Center de Madrid en marzo, con un aforo de 17.452 espectadores y butacas que cuestan entre 86 y 142 euros.
En Madrid disfrutamos desde hace varios lustros de la Orquesta Sinfónica Musicalis. Tras una dilatada y constante experiencia por distintos escenarios, tiene temporada en el Auditorio Nacional de Música. La agrupación fue fundada por el maestro Edgar Martín a cuyas dotes artísticas como director suma su gran capacidad de comunicación. Realiza una estupenda disección de las obras a través de explicaciones y fragmentos tocados por la orquesta antes de ofrecer la versión íntegra. Sus actuaciones son amenas, frescas, inteligentes e instructivas. Agota las entradas y cumple noblemente con el propósito de acercar la mejor música clásica a todos los públicos. Dedica cada concierto a una gran obra orquestal o lírica, bajo el título “¿Por qué es especial?”. Las entradas cuestan de 15 a 30 euros. ¡Busque, compare y disfrute!