Viendo El 47 conecté con dos tipos de emociones. Una más a nivel de piel y otra más profunda sobre el sentido de lo humano.
Sobre la emoción a flor de piel, fue muy impactante para mí ver que el protagonista de la película era Torrebaró, el barrio donde vivo y donde he trabajado quince años como docente en una escuela pública. Además sale mi calle, mi casa y muchas de las personas que actúan como extras son vecinos y vecinas del barrio. ¡Qué alegría verlos en la gran pantalla!
También, me tocó muy de cerca el tema central de la película, el secuestro de un autobús. En 1974 subimos en el 11 mi madre, mi hermano y yo. Mi madre, mujer luchadora y comprometida con su entorno, nos dijo: “Dadme la mano bien fuerte que nos subimos con todos estos vecinos al autobús para obligar al conductor a que suba la cuesta de la calle Artesanía, porque tenemos derecho a tener transporte público como el resto de Barcelona”. El autobús iba lleno hasta los topes y juntos lo secuestramos obligando al conductor a que nos subiera hasta nuestras casas. Experiencias así marcan de por vida.
Además, El 47 me recordó a todas las maestras y maestros que lucharon, después de la dictadura franquista, para conseguir que en los barrios hubiera escuelas públicas y que las personas analfabetas pudieran aprender a leer y a escribir, y así entendieran el mundo que los rodeaba, como bien describe la película en el personaje de Carme Vidal.
Pero lo que verdaderamente quiero compartir en este artículo no es una experiencia personal, que entiendo que solo tiene impacto en mi entorno más cercano. Lo que quiero reflexionar es sobre el sentido profundo de lo humano, o sea, por qué estamos aquí y qué hemos venido a hacer… Creo que El 47 nos da pistas.
Nos sitúa la idea de lo colectivo versus lo individual y el concepto de la construcción de las identidades cuando emigramos a otras tierras.
Respecto a la elección de lo colectivo, del bien colectivo por encima del bien individual, la película lo describe impecablemente en diferentes momentos: en la escena donde los vecinos y vecinas de Torrebaró construyen sus casas conjuntamente, cuando se hacen conscientes que no podrán conseguirlo solas; o cuando proyectan una película en una “placita”, porque individualmente no pueden acceder a la cultura; o cuando en una escena terrible colaboran para apagar el incendio de una casa. La película nos muestra como gente sencilla, trabajadora, sin apenas estudios, toma consciencia colectiva para cambiar y mejorar su mundo, por ende para mejorar el mundo entero.
La construcción de las identidades de las personas migradas está muy bien expuesta durante la película. En los años 50 y 60 muchas personas llegaron a Catalunya de diferentes comunidades del resto del Estado: gallegos, andaluces, extremeños, murcianos…, y se fueron instalando en las periferias de las grandes ciudades. Construyeron sus barrios literalmente, reivindicando servicios públicos esenciales, inexistentes hasta el momento, sanidad, educación y transporte público, asfaltado de calles, parques infantiles y un largo etcétera.
Estos nuevos catalanes y catalanas impulsaron dos aspectos cruciales: la participación activa en vida política, sindical y social de la tierra que los acogía; un ejemplo es el protagonista, Manolo Vital, militante de CCOO y del PSUC. Y el otro aspecto fue la lucha para que sus hijos e hijas tuvieran la misma educación que los hijos e hijas de las personas autóctonas, y eso pasaba claramente por aprender y hablar catalán. Fueron las familias de Santa Coloma de Gramanet las que lideraron la implementación de la inmersión lingüística en las aulas, para que todo el alumnado tuviera las mismas oportunidades.
Detrás de esta implicación social y del deseo de una educación y formación sólida para los suyos acuñaron los conceptos de “volem ser un sol poble” y “tothom que viu i treballa a Catalunya és català”. Gran lección.
Para finalizar, el presente. Como está Torrebaró y el resto de los barrios periféricos cuarenta años más tarde de las luchas de Manolo, Carme, Joana y de tantos otros. Las desigualdades y las reivindicaciones siguen y la diversidad es mayor. Las nuevas identidades son más diversas. Han llegado nuevos vecinos y vecinas de todos los rincones del mundo: Brasil, Nigeria, Marruecos, Perú… Pero, aunque pueda parecer que ahora somos más diversos, más distintos, aseguraría que los anhelos, los sufrimientos y la voluntad de tener una vida digna es la misma que hace cuarenta años.
Animo a todas las personas docentes a trabajar esta película en el aula, porque dedicarse a la educación es hacer política y es transformar la realidad en la que vivimos.
Últimos comentarios
Eduardo luna prieto
Muy buena la descripción,y una verdad como puños ,lo que lucharon por todos sus derechos en torrebaro y toda cataluña,ánimo y a seguir luchando
Nélida Portela
Genial!
Gracias a los luchadores que consiguieron mejoras para muchos barrios desfavorecidos y ayudaron a dignificarlos!