
Se trata de una obra que se compone de un amplio abanico de aportaciones y testimonios directos de las personas protagonistas de una época de lucha, compromiso, militancia y laboralismo activo, fundamentales para la construcción de espacios de libertad, ciudadanía y democracia, frente a la oscuridad de tiempos duros y complejos de represión.
Como se lee en su capítulo introductorio, “es una historia con personajes que respiran y palpitan, no una ficción ni una historieta de abuelos. Son vivencias colectivas que cuentan las voces de sus protagonistas. Por ello, las memorias son inciertas, los pun tos de vista no coinciden, a veces hay imprecisiones, errores y contradicciones. No importa, porque lo que saldrá de estas páginas será una memoria colectiva, con muchas voces. (…) Como se verá, los recuerdos no se limitan a los hechos, sino que entran en las motivaciones, las esperanzas, los sentimientos. Hay sentido del humor y alegría; también melancolía, tristeza, a veces angustia” (pág. 13).
El libro propone un relato rico, caleidoscópico, que despierta una pluralidad heterogénea de pistas de reflexión ancladas en la memoria histórica de una “década utópica” (subtítulo evocativo de la obra), propia de un “país de mediocridad en el empleo, represión en la política, cultura censurada, abusos y corrupción, emigración en masa del campo a las ciudades y al extranjero. Carreteras con baches, apagones, guardias civiles con tricornio y capote, curas con sotana, obre ros en las cárceles. Un país de un gris tirando al negro” (pág. 10).
En este contexto, cabe destacar el protagonismo de la Universidad y del ambiente académico en general como espacio de desarrollo y maduración de una conciencia crítica y de inquietudes sociopolíticas y jurídico-laborales: “Había un caldo de cultivo bien nutrido; desde octubre de 1976 ya estaba en cuarto curso y había empezado Derecho del Trabajo como asignatura especial, pues ahí confluían según mi parecer todas las expectativas de mejora social” que, después de la carrera, se traducían en compromiso legal y militante como abogadas/os (pág. 115).
Volviendo la mirada a las laboralistas de la década utópica, representadas también en la exitosa serie televisiva Las abogadas y en el programa Las abogadas. La verdadera historia, hay que destacar un aspecto importante. Se trataba de “mujeres muy jóvenes, lo que en un clima generalizado de machismo generaba muchísima des confianza” con otros jóvenes abogados, “fascinados por el encuentro de una clase obrera que no conocían, los escucha ban, les atendían con un aplomo y una competencia técnica que inspiraban confianza, con una simpatía por su situación personal que les daba esperanza, con una apertura de espíritu que invitaba a abrirse, en muchos casos con una actitud política que estaba en consonancia con lo que esos obreros pensaban y sentían” (pág. 116).
El despacho laboralista, de alguna manera espacio de descubrimiento y construcción de nuevas dimensiones de la realidad, aparece así como manifestación de un rompedor espíritu de lucha, alimentado por competencia técnica, empatía humana, entusiasmo, compromiso social, político y legal… “Empezamos a crear una forma distinta de ejercer la profesión y, al mismo tiempo, a crear el Derecho Laboral, que tampoco existía, porque entonces la clase trabajadora no podía reclamar nada, porque no tenía medios, ni sabía cómo hacerlo, ni se atrevía…” (pág. 117).
Efectivamente, “la dedicación de los laboralistas era total, en condiciones de trabajo muy duras y con grandes carencias de me dios, ambas inevitables. El trabajo era intenso en las condiciones difíciles de la lucha contra la represión y el sufrimiento humano con el que tenían que lidiar y por el número de horas, visitas y juicios. Para sobrellevarlo era importante la solidaridad, la camaradería, el reconocimiento de la importancia del papel que a cada uno le tocara” (pág. 122).
Valores atemporales que merecen ser considerados en una perspectiva histórica que mira al presente. De hecho, no cabe duda de que el enfoque histórico-evolutivo en el estudio del Derecho del Trabajo y del Laboralismo constituye una clave de lectura funda mental para la construcción de una hermenéutica crítica de las instituciones jurídicas que, en un determinado contexto socioeconómico, regulan las relaciones laborales.
Como afirma Antonio Baylos en su blog, “Laboralistas es (…) una obra que se inscribe en esta recuperación de una experiencia rica y valiosa no sólo desde el punto de vista histórico. Aunque limitada en su radio de acción a los despachos laboralistas de Madrid, el libro muestra desde esa aproximación a la memoria viva de sus protagonistas, un modo de organizar colectivamente a la clase trabajadora, una forma de comprender y sentir la profesión de la abogacía como un compromiso con la igualdad y la justicia, y una manera de vivir emancipada de las coerciones sociales y de la estructura opresiva de un marco cultural e ideológico que negaba la identidad sexual y el feminismo. Asomarse a sus páginas es un regalo (…) que anuncia tiempos oscuros frente a los cuales es obligado oponer escenarios de luz y de emancipación colectiva”.
En definitiva, de “la experiencia vital muy particular de un determinado grupo de los militantes que se opusieron al franquismo” y del “testimonio de su época y su lucha” (pág. 14), pueden extraerse claves de lectura de inestimable valor para la decodificación de la complejidad contemporánea, tan distante, pero no tan distinta de la que caracterizó la época histórica a la que se refiere el volumen, cuya lectura se recomienda encarecidamente.