Dijo que no haría una nueva Ley educativa, que sólo ampliaría en un curso el Bachillerato, pero ahí tenemos una ley de tanto calado como la LOMCE. Wert dijo que negociaría un Estatuto del Personal Docente, pero los dos borradores que presentó eran un insulto al profesorado. Hasta aquí, son cosas sabidas, aunque olvidadas por algunos.
Tras cinco años de políticas antisociales de profundo calado ideológico, adoptando medidas en las que la economía es una mera excusa contradictoria con el discurso triunfalista del Gobierno, proponen un pacto educativo y otro para regular las condiciones de trabajo del profesorado. Es decir, que después de demoler la educación pública, de arrasar con cualquier vestigio de calidad que pudiera haber, de privatizar la enseñanza, incluyendo las evaluaciones, de llevar hasta la extenuación al profesorado y a la comunidad educativa y dejarlas a su suerte en la defensa de la calidad de la enseñanza, después de que los principios de la derecha más rancia estén ocupando el diseño de la política educativa, después de ponerle literalmente la bota en el cuello a la educación, ahora proponen un pacto que va acompañado del anuncio de que la LOMCE no se va a derogar. Resulta imposible que pueda construirse un pacto con las organizaciones de progreso partiendo del terreno ya conquistado por la derecha.
Wert dijo que negociaría un Estatuto del Personal Docente, pero los dos borradores que presentó eran un insulto al profesorado
No obstante, de poco servirá radicalizar el discurso ahora que son más adversas las condiciones y más complicados los contextos. Eso sólo puede conducir a mayor frustración. Hemos de construir el nuevo relato con argumentos, las necesidades de modificaciones estructurales, para que a partir de ahí, podamos consensuar y definir la evolución de la educación. Para ello, es imprescindible partir de la reversión de la actual situación. Se podría alcanzar un pacto educativo que garantice la equidad y la igualdad de oportunidades. Esta nueva situación de partida no sólo compromete al sistema de educativo, al que estaríamos haciendo un flaco favor si le cargamos la responsabilidad de arreglar un sistema social en el que el 80% de estudiantes de ambientes socialmente pobres o deprimidos seguirán siendo pobres cuando sean adultos.
Dejación de funciones
Conseguir un Estatuto Docente también será extraordinariamente difícil por diversos motivos. Previamente a emprender la tarea de negociar un Estatuto Docente exigimos al MECD que ejerza un liderazgo en las políticas de personal que no tiene, porque hizo dejación de él hace muchos años. Hay muchos ejemplos que ponen de manifiesto esta falta de liderazgo. El último de ellos no es una cuestión menor, el Ministerio no ha sido capaz de llevar a cabo el Concurso General de Traslados en todas las comunidades autónomas, lo que compromete el derecho a la movilidad de un cuerpo que es estatal.
Otra cosa es que, como ya se puso de manifiesto en 2007, existen complicidades entre el MECD y las autoridades educativas de las comunidades en sus políticas de ajuste en materia de personal. La correlación de fuerzas no es favorable a la parte social. Tampoco será fácil revertir los recortes habidos como gesto de buena voluntad previo a la negociación. Pero además, aunque parezca imposible, hay sindicatos que no quieren un Estatuto Docente que sea fuente de derechos como norma básica (no de mínimos) capaz de garantizar el futuro.
Acción sindical coordinada
Ante esta situación se precisa una acción sindical coordinada que, desde los territorios y en el ámbito del Estado, aumente la ofensiva y coloque al MECD en una situación que nos sea más favorable. Estas acciones no tendrían un afán centralizador, sino de presión a uno de los núcleos de decisión de recortes que luego se irradian a las comunidades: el Gobierno central. Para articular estas actuaciones, nuestro sindicato reúne las condiciones de ser el más representativo entre el profesorado y, también, el de ser el único que tiene representación en el todo el Estado. Debemos ver esta situación como una ventaja estratégica, no como un titular triunfalista. El próximo congreso debe aprovechar sus debates para analizar qué hacer.