Quien dice qué cuenta, dice quién vale. Y es una decisión política, no la ley de la gravedad. Nuestro sistema educativo se atreve a decir que hay personas que no valen. Eso es muy grave, porque en nuestra sociedad todas las personas, afirmamos, nacen iguales en derechos y valor.
El currículum no es neutro. Hemos analizado muchas veces el sesgo de género y pocas el del sesgo de clase. Los saberes de la clase trabajadora no cuentan para aprobar. Los de la convivencia y los cuidados tampoco. Aunque sean imprescindibles para vivir. Véase PISA: los buenos resultados correlacionan siempre con familias de un “nivel social y cultural” medio-alto. Ven lo que miran: conocimientos de clase “alta”, que son los que consideran valiosos. Si miraran otra cosa, verían otra cosa. El valor está en su ojo.
No recomendaría no aprender los saberes de los ricos. Estaríamos perdidos… Pero si no valoramos los saberes de nuestros padres y de nuestras madres, también.
Los grupos homogéneos no son deseables
Si treinta personas saben hacer la misma cosa, la suma de cosas que se sabe hacer es igual a uno. Si cada una sabe una cosa distinta, las posibilidades de hacer cosas distintas suman treinta. Pero además, se puede crear nuevo saber a partir de la combinación de conocimientos. El conocimiento se construye en red. ¿Para qué queremos conformarnos con uno si podemos tener treinta, y treinta por treinta, y más?
El 90% de las personas que se han dedicado a la investigación en toda la historia de la humanidad están vivas hoy, produciendo conocimiento a espuertas. La sociedad de conocimiento es a la vez la sociedad de la ignorancia. Cuanto más conocimiento hay, mayor es la parte que ignoro. Hoy, más que nunca, hay que enseñar cosas porque a quien no sabe, cualquiera le engaña. Pero que estas cosas sean iguales es una pérdida de oportunidades. Es mejor aprender cosas variadas y cooperar.
Las redes ricas, diversas y conectadas producen más conocimiento y menos injusticias. La segregación en grupos homogéneos cercena la conexión, aísla los conocimientos y limita la creación.
Promoción de la diversidad
Hay que pasar de la atención a la diversidad como atención a las carencias a la promoción de la diversidad como atención a las potencias.
Puede que la medicina sepa arreglar un ojo ciego. La pedagogía, no. Pero puede potenciar el tacto, el oído, el entendimiento, la concentración y las habilidades de la persona ciega para que tenga mejor autonomía personal, pero sobre todo para que pueda aportar algo propio y valioso a la sociedad. Pues así con todos los puntos ciegos de todo el mundo.
Las redes ricas, diversas y conectadas producen más conocimiento y menos injusticias. La segregación en grupos homogéneos cercena la conexión, aísla los conocimientos y limita la creación
Nadie es perfecto. Lo bueno es que podemos ayudarnos, en una relación interdependiente y responsable. El reparto de trabajo y el conocimiento compartido, en una red social solidaria y extensa, fue la base adaptativa sobre la que se expandió el homo sapiens. La humanidad prospera por la cooperación. La competencia empezó siendo una cosa de machos jóvenes presumiendo de genes (legítimamente) y mira cómo está dejando el mundo (sin legitimidad alguna).
En el contexto cultural y social actual no hay grupos homogéneos, excepto en centros de élite. Luego, las élites se gastan un dineral en construir diversidades culturales, deportivas y lingüísticas para su prole: estancias en Irlanda, o en Canadá, quizás en Alemania. En cambio, tenemos en las escuelas a una clase trabajadora plurinacional, plurilingüe, pluricultural, que tiene una potencia combinatoria explosiva. En cualquier barrio se hablan por lo menos cinco o seis lenguas, se conocen geografías y ecosistemas de tres continentes y, al menos, una docena de saberes vinculados al trabajo. Están aquí, no hacen falta 5.000 euros por criatura para que pasen un mes en San Diego codeándose con otras criaturas japonesas, árabes, rusas, argentinas. En un centro de 450 alumnos, esto costaría más de dos millones de euros. Con menos de 100.000 euros bien gastados en profesionales, se puede conseguir un efecto muy superior. Derogar la LOMCE es gratis.
Empoderar y cooperar
Porque hay que derogar la LOMCE y darle una vuelta al sistema educativo. Aurelio Arteta se refería al sistema educativo como “la factoría educativa en todos sus grados, que produce titulados». Esto es exactamente la pretensión de la LOMCE: un sistema de expedición de títulos que nos seleccione y nos envuelva como paquetitos de currículum homologables.
Pues bien, estos paquetitos homogéneos no son justos ni deseables, pero es que, además, no los compra nadie.
El sistema escolar debe ser un nodo de nodos en la red social y en la red del conocimiento. Es la forma más justa de dar poder a las personas y de vertebrar las comunidades del aluvión que nos está dejando el nomadismo laboral y la hiperindividualización del neoliberalismo global.
Esto es, educando personas libres, a la vez que tejiendo sociedad democrática: una cosa no se hace sin la otra.
Últimos comentarios
Iñaki
Si vas a una academia de idiomas, ¿te hacen prueba de nivel para colocarte en el grupo más adecuado o te colocan en el grupo de conversación de nivel C1 aunque tu no sepas decir ni mú en la lengua extranjera que quieras estudiar?
En las escuelas e institutos debería ser igual, ¿no?
Antonio
Es cierto lo que comenta Iñaki. Pero el artículo y la filosofía que creo que desprende y aporta va en el sentido de la siguiente reflexión que le hago a Iñaki:
por ese mismo motivo de diferencias de nivel lingüístico pregunto, para qué viajar a Francia y/o Inglaterra si no sé nada de francés y/o inglés? Para aprender de los que hablan esos idiomas bien. Es un ejemplo facilón pero así lo veo yo. Un saludo a Iñaki y para todos