La educación debe liderar el cambio hacia el futuro

ATRAVESAMOS UN MOMENTO CRUCIAL DE LA HISTORIA, un momento difícil y sombrío. Y en cierto sentido, debemos admitir que nos ha pillado por sorpresa. ¿Quién hubiera podido predecir, hace un año, un Brexit, la elección de Trump, el auge de un nuevo nacionalismo proteccionista y aislacionista?

La xenofobia, el racismo,

La xenofobia, el racismo, la disminución vertiginosa de la solidaridad y el resquebrajamiento de los sistemas sociales y de valores democráticos que dábamos por seguros. Ahora somos testigos de un ataque frontal y de un rechazo profundo por parte de ciertas élites a importantes conquistas sociales obtenidas, también y sobre todo, gracias a la lucha y movilización incansables del movimiento sindical.

En muchos lugares del mundo los maestros y maestras afiliados a la Internacional de la Educación estamos siendo testigos del ascenso de ‘hombres fuertes’. En Estados Unidos, Polonia, Brasil, Argentina o la India, estos nuevos líderes están dispuestos a defender a los ‘suyos’ frente a los ‘otros’, frente a aquellos que no comparten sus valores, su credo o su imagen. Hasta hace pocos meses todos estos sucesos nos parecían hechos desconectados entre sí, pero ahora debemos admitir que nos encontramos frente a una nueva relación de fuerzas a nivel internacional, y, por lo tanto, frente a un nuevo escenario para nuestra lucha.

Debemos comprender, en primer lugar, las causas de este nuevo escenario. La exacerbación de la desigualdad, la distancia cada vez mayor entre ‘ganadores’ y ‘perdedores’, el aumento del paro y la erosión de los sistemas de protección social, en vez de generar un rechazo del sistema capitalista y del ideario neoliberal han provocado una creciente descalificación de la clase política en general, pero, sobre todo, de la que está dispuesta a mantener abiertas sus fronteras y a ser generosa con el resto del mundo. Finalmente, todo se resume en una explosión del patriotismo y del nacionalismo económico, que están en todas partes y, como decimos en inglés, ‘han venido para quedarse’. No será tarea fácil cambiar la tónica.

Ahora más que nunca debemos tener presente nuestra función como maestras y maestros, y nuestro compromiso para con el futuro de nuestras sociedades

Ahora más que nunca debemos tener presente nuestra función como maestras y maestros, y nuestro compromiso para con el futuro de nuestras sociedades. No habrá ningún camino que no pase por una resistencia activa a las propuestas bárbaras de algunos de nuestros líderes políticos. Una resistencia que tenga la virtud de ser pacífica a la vez que firme, siguiendo el ejemplo de grandes luchadores como Mahatma Gandhi. Los docentes somos parte fundamental de nuestras sociedades, y no vamos a dejarnos manipular para impartir contenidos racistas, discriminatorios o excluyentes. Nos negamos a difundir un mensaje y unos valores que sean nocivos para nuestros alumnos. No vamos a dejarnos manipular para contar ‘verdades alternativas’ que no son, digámoslo claro, más que mentiras. Queremos enseñar aquello que, como profesionales, podamos defender como verdad y que nos parezca justo a la luz de nuestra experiencia colectiva.

Necesitaremos, por lo tanto, resistir y desobedecer. Pero también observar y proteger nuestra profesión de las tendencias privatizadoras y de empresas como Pearson o Elsevier que pretenden convertir la enseñanza en un gran mercado lucrativo, como si el saber fuera una mercancía y los docentes, con espíritu profesional y organizados en sindicatos, un impedimento, la parte más cara de su plan de aumento de ingresos.

Los docentes no vamos a permitir que un derecho, el derecho a la educación, el derecho a la sabiduría, se conviertan en una mercancía. Vamos a organizarnos a nivel mundial pero también a nivel local y de las comunidades a las que pertenecemos, y vamos a llevar esta lucha junto con nuestros compañeros y compañeras, con los padres y madres y los y las estudiantes. Trabajamos en red, desde lo local hasta el nivel global, y en la Internacional de la Educación somos conscientes de la fuerza que tiene la voz de 32 millones de profesionales de la educación coordinados y concienciados. Debemos volver a llevar la luz de la educación al centro mismo de nuestras comunidades y de nuestras escuelas.

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David Edwards

Secretario General de la Internacional de la Educación