Le decían
Le decían que eso no podía ser amor. Me dio mucho que pensar. Él, que sabe perfectamente lo que es ser diana de otras violencias sociales, por su propia identidad de género no tenía tan claro si esto era o no necesario para saber amar a otra persona o si esto tenía que ver con la violencia de género.
Tengo 17 razones para poner en tela de juicio si la formación permanente del profesorado o de los trabajadores de la enseñanza se ajusta a las necesidades urgentes que tenemos hoy en las aulas y en los centros educativos. Un total de 17 mujeres han sido asesinadas por hombres en nuestro país, muchas más si vamos sumando las que llevamos en los periodos anteriores; 13 de ellas no habían interpuesto ninguna denuncia frente a las cuatro que sí lo habían hecho.
Son 887 mujeres las que han sido asesinadas por hombres desde el año 2013 (http://estadisticasviolenciagenero.msssi.gob.es). Que son las mismas razones que me surgen para dudar de las medidas que se están impulsando desde el Gobierno. Prácticamente la totalidad de las estrategias para prevenir las situaciones de violencia de género están relacionadas con un sistema más punitivo que preventivo, y cuando el daño a veces es casi irreversible. Las medidas educativas que se aprobaron en la propia Ley Orgánica 1/2004 de Medidas para La Protección Integral contra la Violencia de Género constituyen un fracaso si aún una sola persona tiene dudas sobre si ser o no celoso tiene mucho que ver con amar más y mejor.
Pensaba entonces en las muchas ocasiones en las que preguntamos al profesorado por sus necesidades formativas y la respuesta siempre suele ser la misma: “la que me sirva para sexenios”. Resultan más válidas para sexenios acciones formativas sobre TIC, inglés o matemáticas antes que sobre cuestiones tan vitales e importantes como la atención a la diversidad, prevención de la violencia o gestión de las emociones. Aunque ello no se expresa abiertamente, en casi todas las propuestas de formación permanente el número de acciones formativas vinculadas a las TIC, lenguas o matemáticas son mucho mayores en general que para otras cuestiones menos academicistas pero más vitales e importantes para la práctica y el compromiso docente.
Esta lacra, esta enfermedad social que es el machismo, no podrá parar hasta que no incorporemos, obligatoriamente, contenidos educativos y formativos que nos doten de conciencia plena sobre cuáles son sus manifestaciones, sobre si atender la diferencia como un elemento de enriquecimiento colectivo impulsa actitudes de respeto con las demás personas, o si la omisión o invisibilización forma parte del mismo sistema. Tal es la propuesta que trasladamos desde CCOO con nuestra último material Somos como somos (http://eprints.ucm.es/39014/) para Infantil y Primaria.
Los asesinatos, última manifestación de la violencia, se van fraguando con tiempo, desde los primeros años de la vida, en un sistema que nos segrega, desiguala enormemente y nos somete a todos, a unos que son quienes imponen con el yugo de la violencia y a otras que somos quienes sufrimos directamente ese yugo violento, una experiencia vital en desigualdad interiorizada.
Este feminicidio tiene muchas caras, como la de Soad El Khatabi, una joven marroquí de 22 años que trabajaba como porteadora para sacar adelante a su hijo de 4 años.
Es la hora de luchar para parar esta desvergüenza social que tiene dimensiones teñidas de un silencio cómplice.