La xenofobia, el racismo,
El objetivo del Banco es, según su nota resumen, “hacer un balance sobre lo que sabemos y proporcionar orientación sobre la manera de ampliar el alcance y la calidad de la educación en todo el mundo”. Aunque de entrada esto no genere mucha expectación, no podemos perder de vista que el Banco se ha autonombrado ministro mundial de educación: en tan solo los últimos 15 años, ha financiado más de 1.300 proyectos en 134 países.
Desde mi punto de vista, ninguna otra organización ha tenido tanta influencia en la elaboración de políticas educativas en la historia. Es muy probable que a lo largo de su carrera usted haya sufrido en el aula o en su escuela el impacto de una política promovida por el Banco. Así, es fundamental para nuestro movimiento asociativo conocer hacia qué dirección tratará el Banco de empujar el debate sobre políticas educativas, especialmente cuando hay indicios muy claros de que va a seguir promoviendo la misma receta: un caldo espeso de deterioro de educación pública –que lleva consigo la limitación de la inversión y ataques a los derechos laborales y los sindicatos del sector– con una buena pizca de promoción de la privatización. Basta con ver las encuestas de opinión que han preparado de cara a la elaboración del informe, que incluyen cuestiones sobre si los sindicatos son un obstáculo a las reformas o si prefiere ir a una escuela pública o privada. Uno de sus documentos de referencia concluye que los docentes somos perezosos y que solo trabajamos la mitad del tiempo, lo que lleva a la crisis del aprendizaje. Imagine qué tipo de recomendaciones de política educativa harán.
El resultado de más de cinco décadas de aplicación de sus reformas es catastrófico, pero, para el Banco, la ideología neoliberal viene primero y la evidencia después
Excluir a los sindicatos
Hace 55 años que el Banco Mundial actúa en el sector educativo. Lo que empezó de manera bastante sencilla –construir y equipar seis escuelas en Túnez–, se convirtió en una complejísima operación de ámbito mundial que no solamente financia la construcción de escuelas, sino que dice a los países qué docentes contratar, cuánto pagarles, cómo despedirles más fácilmente, qué tipo de currículo poner en marcha, qué exámenes aplicar, con qué frecuencia y si hay o no comida para las/los estudiantes. Si usted piensa que estas políticas solo se aplican en países en desarrollo, sepa que el principal programa educativo del Banco, SABER, ya ha llegado a Irlanda, los Países Bajos e incluso a Rusia. Entre las políticas que el Banco recomienda a los gobiernos para mejorar el sistema educativo está la exclusión de los sindicatos del debate educativo, porque, según investigaciones del propio Banco, no hay evidencia de que la educación mejore cuando las trabajadoras y los trabajadores del sector participan en la toma de decisiones. Así, concluye, lo mejor es excluirnos. Además, recomienda también algunas medidas para reducir la influencia del sindicato a nivel nacional, descentralizándolo lo máximo posible.
Es prácticamente imposible que el Banco Mundial cambie de perspectiva y que este informe proponga políticas que fortalezcan la escuela pública. Lo preocupante es el tipo de recomendaciones que hará. El resultado de más de cinco décadas de aplicación de sus reformas es catastrófico, pero, para el Banco, la ideología neoliberal viene primero y la evidencia después. De este modo, seguirán culpando al profesorado y sus sindicatos por la mala calidad de la educación y negando toda y cualquier responsabilidad, pese a su longevo e incontestado liderazgo como ministro mundial de la educación. Frente a esto, me parece fundamental que, a través de nuestro movimiento, tanto a nivel nacional como internacional reflexionemos sobre cómo romper este discurso, demostrando que nosotros sí tenemos soluciones para mejorar la calidad de la educación pública y que los sindicatos somos fundamentales para el buen funcionamiento del sistema educativo. Me parece que 55 años de errores son suficientes y que hay que cambiar de receta urgentemente. Ya es hora de que nos escuchen.