Mujeres y poder: por qué hacer una huelga

EN ESTE AÑO QUE TERMINAMOS, el sentir en todos los medios es que la mujer ha dado un giro en cuanto a su visibilidad en la sociedad. Esto ha venido provocado por los avances en la lucha social y por los acontecimientos cada vez más violentos hacia la mujer. El incremento de las violaciones y las violaciones en grupo, unido a los asesinatos, han levantado un movimiento de mujeres que ya no deciden callar y han decidido tomar las calles. Esto lo hemos visto en las concentraciones que se han convocado: donde antes éramos unas pocas, ahora somos multitud, y esto ha de continuar hasta que la sociedad nos dé nuestro lugar.

A esto se une una mayor concienciación en las aulas desde los primeros años de la escolarización, con las aportaciones de muchas maestras y maestros que luchan por la visibilización de las niñas, por el respeto a las diferencias, creando espacios en los cuales no consiente la discriminación. Esta lucha empezó hace muchos años por parte de las maestras con cosas aparentemente sencillas como la distribución del patio de recreo, dando sitio a las niñas o al alumnado que, por ejemplo, no quería jugar al futbol. Esta ocupación del espacio lleva implícito la afirmación del ser y de su derecho a estar en un espacio y ocuparlo. Es el germen de la autoafirmación femenina del empoderamiento y de no quedar relegada a un rincón.

A pesar de estas primeras reflexiones y de estos gérmenes, nos queda mucho por hacer. Es por ese motivo que se hace necesaria hacer una huelga. Tenemos que seguir visualizándonos y que otras mujeres que de momento no están concienciadas en esta lucha reciban la información necesaria para poder descubrir que el mundo está cambiando, cómo pueden unirse y luchar por conseguir un puesto en la sociedad y cómo romper con las cadenas que de forma sutil nos han colocado desde el nacimiento a través de las implicaciones sentimentales.

En Madrid, la situación entre unas zonas y otras es muy dispar, si bien en el ámbito docente se repiten determinadas situaciones. Dentro de la Educación Primaria y la Infantil, la mayoría del personal es femenino. Sin embargo, los equipos directivos siguen estando integrados mayoritariamente por hombres. No obstante, durante los dos últimos cursos se ha producido un incremento de mujeres que acceden a cargos de dirección. En Secundaria la brecha es mayor y gran parte de los equipos directivos están compuestos por hombres. El sector de personal de servicios está especialmente feminizado.

En el ámbito de la universidad la mayoría del alumnado es femenino. De nuevo, según vamos ascendiendo en el sector, la presencia femenina se vuelve a reducir, llegando a ser tan solo simbólica en cuanto al personal femenino investigador.

Hay que hacer hincapié en la necesidad de una mayor presencia femenina en los órganos de gobierno de nuestras universidades, donde no solo las rectoras que brillan por su ausencia. Necesitamos más vicerrectoras, decanas y vicedecanas, directoras de departamento y miembros de Consejos de Gobierno y Consejos Sociales de las universidades, porque su representatividad no se corresponde con el número de mujeres que forman parte del colectivo universitario ni de la sociedad.

Todas estas cosas expuestas reflejan la clara discriminación de la mujer en nuestra sociedad y la necesidad de seguir conquistando es

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