El informe Fracaso escolar y abandono educativo temprano, presentado por la Federación de Enseñanza de CCOO, es una radiografía detallada sobre las causas y los efectos de las cifras españolas que todavía están muy alejadas de los países de su entorno. El AET actualmente afecta a unos 585.000 jóvenes de entre 18 y 24 años, lo que corresponde al 18,3% de la población de esta edad, en una proporción que es prácticamente el doble que el promedio de la UE.
Pero el estudio no solo confirma las diferencias en el ámbito europeo, sino que muestra también las distintas velocidades de la educación entre las comunidades autónomas, con marcadas diferencias históricas entre el norte y el sur.
Aragón, Asturias, Canarias, Cantabria, Castilla y León, Cataluña, Galicia, Madrid, Navarra, País Vasco y La Rioja se encuentran por debajo de la media (18,3% según los últimos datos del ministerio). En el otro extremo, Andalucía, Baleares, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Extremadura y Murcia, están por encima del promedio de las comunidades autónomas, siendo el archipiélago balear el que presenta las cifras más preocupantes: un 26,5%.
Repetición y sesgo social
El informe de FE-CCOO sostiene que el abandono educativo temprano tiene una directa relación con las altas tasas de repetición en Primaria y en Secundaria, “sin que ello suponga, a pesar de su coste, mejora en el rendimiento escolar, ni, desde luego, en las tasas de AET”. Pero los efectos de estas medidas no se quedan ahí. Se ha podido constatar que las medidas de repetición afectan mayoritariamente a varones y a los grupos sociales más desfavorecidos, y también se ha marcado una tendencia evidente entre quienes han sido escolarizados en centros públicos –en algunos casos, duplicando o triplicando las tasas de centros privados–.
“Este mismo perfil se repite en el AET”, sentencia el documento, a la vez que añade que “España está en el grupo de países en donde, de hecho, más se repite en Primaria y Secundaria, sin que ello suponga, a pesar de su coste, mejora en el rendimiento escolar, ni, desde luego, en las tasas de AET”.
El documento presentado no se queda en la superficie y arroja luz sobre los datos: con 18 años (11,8%), la tasa de abandono es prácticamente la mitad que con 24 años, cuando alcanza el 22,4%; la proporción se repite entre quienes abandonan teniendo titulación de ESO, con 18 años es de 6,1%, mientras que quienes lo hacen con 24 años es de 12,9%. En tanto, si el abandono se produce sin haber obtenido la titulación de la Secundaria Obligatoria, la diferencia entre quienes tienen 18 años (7,5%) y 24 años (9,5%) es muy inferior.
Tasa de idoneidad
Una de las causas que más afectan al AET es el abuso de la repetición, que “en las etapas y cursos de la ESO y en anteriores hace que muchos estudiantes ya no puedan llegar a 4º de ESO por tener más de 18 años: hay un 14% del alumnado que cuando tienen la edad de empezar 1º de ESO ya ha repetido y cuando tiene la de 4º de ESO ese porcentaje se ha incrementado en otros 19 puntos porcentuales hasta llegar al 67,5% de tasa de idoneidad a los 15 años”, analiza el informe.
Y la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) no parece estar ayudando en la tarea, ya que su política de permitir la repetición en Primaria por cursos en lugar de por ciclos, ha provocado que la suma del porcentaje de alumnado repetidor se haya incrementado en más de un 44%, pasando del 12,6% al 18,2%, lo que evidentemente implica un descenso importante en la tasa de idoneidad al final de la etapa.
Oportunidades
“A los 21 años, la tasa de AET ya es superior a la media del total del grupo de edad. Las oportunidades para continuar los estudios (tanto para obtener el graduado en la ESO como para alcanzar una titulación postobligatoria) se abandonan a partir de la temprana edad de 20 años”, zanja el informe. Y es que, según FE-CCOO, faltan muchas oportunidades para las y los jóvenes en esta situación se sientan atraídos para continuar sus estudios, lo que impide disminuir esa proporción de los datos totales.
Si los datos de AET se pueden desglosar entre un 10,8% de personas con titulación de ESO y un 7,5% sin ella, se mantiene la tendencia histórica donde siempre ha sido mayoritario el abandono entre quienes han obtenido el título –llegó a suponer el 71% en 2002, para bajar al 52,4% en 2014 y volver a repuntar hasta más del 59% en 2017–. Así, sería necesario ver en qué falla el sistema para disuadir a esas personas a continuar sus estudios en las enseñanzas postobligatorias.
Tomando en cuenta los datos obtenidos, se puede constatar que hasta el inicio de la crisis, dos de cada tres jóvenes en situación de AET estaban trabajando, lo que podía justificar de cierta manera su abandono escolar. Esta tendencia quedó clara en los años del boom de la construcción, cuando salarios de baja cualificación y altos ingresos fueron un imán muy atractivo para muchos jóvenes que abandonaron sus estudios para optar a esas oportunidades. “Pero, con la crisis y los altos porcentajes de desempleo juvenil (más del 50% en los años más duros), el peso de los jóvenes ocupados ha disminuido tanto en el conjunto de quienes están en situación de AET, que ahora se sitúan por debajo de los que están en paro”, puntualiza el informe.
Y, si bien esta tendencia se ha frenado desde 2014, llegando a mostrar incluso una leve recuperación, “el 10,1% de jóvenes en paro y sin formación postobligatoria debe ser un objetivo prioritario de intervención socioeducativa”, sostiene el documento.
Propuestas de mejora
Francisco García, secretario general de la Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras, ha hecho un llamado a las autoridades educativas para que se busquen fórmulas que permitan retener al alumnado en el sistema educativo, ya que, aunque hemos visto una importante reducción del AET en los últimos años, todavía los datos son superiores a los países de nuestro entorno y no se corresponden con el nivel socioeconómico de España.
FE-CCOO afirma que “no se puede concluir que haya que seguir esperando que las altas tasas de paro juvenil sigan incentivando a los jóvenes a permanecer en las aulas. Desde la política educativa deben tomarse iniciativas”, y así presenta una serie de propuestas de mejora, tales como: incrementar las plazas públicas en las enseñanzas de segunda oportunidad y proponer formatos diferentes que las hagan más atractivas (horarios vespertinos, remuneradas, etc.); mejorar los canales de información y orientación hacia estudios superiores y crear alternativas para quienes no obtienen ninguna titulación; limitar la aplicación de las medidas de repetición para mejorar las tasas de idoneidad (alumnado que está en el curso que le corresponde por edad), modificando también el currículo y los sistemas de evaluación.