Programas de refuerzo, ayudas y becas, bibliotecas, centros lúdicos y culturales, instalaciones deportivas y programas de acompañamiento a menores han sufrido el duro varapalo de los recortes, soportando la práctica desaparición de la inversión en los últimos Presupuestos Generales del Estado (PGE) ejecutados por el PP, quedando en manos de unas administraciones autonómicas y locales debilitadas por una severa política de mínimos.
Maniobra de paralización
Las organizaciones políticas, sociales y sindicales, y asociaciones empresariales que ahora piden un pacto por la educación y la retirada de la nueva ley de educación aprobada en el último Consejo de Ministros del gobierno socialista, son aquellas que en su día se desmarcaron del conjunto de la comunidad educativa y apoyaron decididamente la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), una ley que ha imposibilitado cualquier tipo de acuerdo y de pacto educativo, pues nació de la más rotunda soledad del Partido Popular, con el rechazo de todos los partidos políticos con representación parlamentaria y la oposición frontal del conjunto de la comunidad educativa. Hay que denunciar que esta exigencia de pacto no es más que una maniobra de los sectores más conservadores de la sociedad española para paralizar cualquier reforma progresista y con carácter social, y mantener la LOMCE como la ley orgánica de ordenación del sistema educativo.
Más allá de las expectativas creadas, poco se ha avanzado en estos nueve meses de Gobierno socialista. Seguimos necesitando políticas públicas para fortalecer el futuro del sistema educativo público e inclusivo, en el que la seña de identidad más importante sea la equidad.
Es cierto que las políticas, sin más, no garantizan los cambios, pero pueden marcar el inicio de aquellos, movilizando las mejores ideas y los recursos necesarios, y proporcionando espacios adecuados para crecer. Es un trabajo que sobrepasa en el tiempo el mandato de los gobiernos partidistas y que solo se puede afrontar desde la organización y la movilización permanente de la comunidad educativa, fundamentadas desde el trabajo solidario y la cooperación.
La educación difícilmente podrá avanzar hacia cotas de calidad y eficacia si no existen la confianza y el apoyo mutuo como ideales para fortalecer una línea de acción contrapuesta a la estrategia de las políticas neoconservadoras obsesionadas en seleccionar y excluir, segregar, separar, estratificar y promover la competitividad más feroz y un individualismo enfermizo, extremadamente peligrosos para el bien común y la vida en colectividad.