España es el país con más desequilibrio demográfico de la Unión Europea. Y la situación no mejora. En comunidades como Castilla y León, Galicia, Asturias o Cantabria, la tendencia es a la baja. De ahí que tengamos importantes retos por delante y tareas que son comunes a todos y cada uno de los territorios que están sufriendo la lacra de la despoblación.
Es necesaria una coordinación adecuada entre las administraciones central, autonómica y local, así como entre las políticas educativas y las sociales y económicas, que nos permitan fortalecer el mundo rural a través de la inversión y de las acciones necesarias para promover el empleo de calidad; un desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación al servicio de la economía, la educación y la cultura; la investigación para el desarrollo; y los programas socioculturales necesarios para dar amplitud de miras y de vida a las personas. Es decir, urgen inversiones, medidas y acciones que tengan como el objetivo más importante fijar a la población joven y ofrecerle un proyecto de vida. Asimismo, es preciso incluir el concepto de ruralidad en el ámbito legislativo como un elemento de garantía contra la desigualdad educativa, social, económica y demográfica de una parte importante del país.
En el ámbito de la educación es fundamental recuperar la inversión pública. La escuela rural requiere de un compromiso firme de las administraciones, y de una financiación suficiente y estable que la blinde de los vaivenes políticos y económicos. También de la dotación de los recursos humanos y materiales necesarios, y la ampliación y mejora de las plantillas. Necesitamos docentes mejor preparados (con formación específica para afrontar su trabajo en la escuela rural) y estable, con especial atención al profesorado especialista, y perfiles profesionales de apoyo a la labor educativa.
No menos importante es una oferta socioeducativa no formal, con servicios complementarios que atiendan a las necesidades de formación y ocio educativo de las familias, las niñas y niños, las y los adolescentes y jóvenes. Estas actuaciones están especialmente ligadas a los municipios, las mancomunidades y las diputaciones.
Mantener la confianza y la continuidad en las políticas educativas, sociales y laborales también supone un reto que va de la mano de la construcción de un marco de diálogo entre las diferentes administraciones, fundamentado en la solidaridad, la cooperación y el respeto a la diversidad social y cultural.
Hay que romper el discurso “urbano centrista». ¿Por qué no se puede tener un proyecto de vida lejos de las grandes ciudades?