¿Qué es Miradas color violeta?
Dicen que el violeta simboliza la lucha por la igualdad de la mujer por un hecho sucedido hace tiempo en el incendio de una fábrica de Nueva York, en el que 146 trabajadoras murieron. Por ello hemos elegido ese color. Queremos solidarizarnos con todas las mujeres silenciadas en la historia, las que no salen en los libros de texto, las que no tienen voz, las oprimidas. Y la mejor forma de hacerlo es ponernos unas gafas violetas, ya que todos sabemos que la realidad es del color del cristal con que se mira.
“Miradas color violeta” en la práctica del centro es un conjunto de actividades educativas, resultado de varios días de trabajo, desde la realización de las gafas de cartulina violeta de cada alumno/a, la búsqueda de información de mujeres y sus aportaciones en diferentes áreas, preparación de una coreografía en la que participa todo el alumnado y el montaje de una exposición con sus producciones. A todo ello hay que añadir la selección de la música del baile y de los poemas que se leerán a modo de manifiesto. Todo ello se ha trabajado en las tutorías lectivas y en las asignaturas. Se ha implicado activamente el alumnado y el profesorado del centro.
¿Qué tipo de actividades programáis cada 25-N y por qué consideras que hay que programar actividades ese día?
Creemos que educar en la prevención de la violencia de género debe ir más allá de programar actividades puntuales ese día. Esto supone adoptar una filosofía de vida que permita introducir en los centros educativos actitudes igualitarias en el clima de convivencia. Sin embargo, es importante recordar que el 25 de noviembre hablamos del Día Internacional para erradicar la violencia contra las mujeres. Lamentablemente es una triste realidad la que vivimos diariamente con los asesinatos de las mujeres por el simple hecho de serlo. Por eso, aparte del trabajo que debe formar parte de la búsqueda de la igualdad en los centros educativos, ese día nos acordamos especialmente de ellas, con actividades de impacto que el alumnado no olvidará fácilmente.
En este sentido, citaré las dos campañas que hemos realizado en los dos cursos anteriores. Durante el curso escolar 2016-2017 nuestra campaña se denominó Zapatos Rojos, basada en la obra de la artista Alina Chauvet que denunció los feminicidios de Ciudad Juárez (Méjico). Consistió en pintar zapatos viejos de color rojo para simbolizar el feminicidio ejercido contra las mujeres en todo el mundo. Montamos una exposición de más de 100 pares de zapatos rojos y en cada par el alumnado escribió un pensamiento en contra de la violencia sobre las mujeres.
Flores cortadas… semillas de futuro, que llevamos a cabo el curso pasado, consistió en una manifestación silenciosa por las calles del pueblo encabezada por 50 alumnas vestidas de negro con caretas blancas que simbolizaban las 50 mujeres asesinadas durante el año pasado. Llevaban flores de papel negras que posteriormente fueron reemplazadas por flores de colores. Un canto a la esperanza: las flores cortadas serán renovadas por la sociedad futura, sus semillas han echado raíces.
¿Cómo podemos avanzar para erradicar las violencias en los centros educativos?
Trabajando en igualdad, erradicando las actitudes en las que se domina, se somete, se humilla. Esto supone condenar conductas y comentarios que se producen al amparo del dominio de alguien y de la sumisión de la otra parte. Y, además, del silencio de quienes presencian estas actitudes y no denuncian por miedo o por no querer problemas. Estoy hablando del acoso, del ciberacoso, de sexismo, de micromachismos, de ridiculizar al diferente, de no comprender que las personas pueden tener libertad de expresarse sin temor.
Es importante que los miembros de la comunidad educativa trabajen de forma conjunta, es decir, que tanto el profesorado como las familias se impliquen denunciando conductas discriminatorias, apoyen al valiente que denuncia y al que se implica por la igualdad. El profesorado en clase tiene que “interceptar” determinadas conductas y comentarios, frenándolas y educando al mismo tiempo. El propio alumnado, incluso las personas mediadoras entre ellos/as, debe tener autonomía para intervenir ante situaciones discriminatorias que reproducen violencia directa o indirecta.
Pero no solo en las clases, sino también en los espacios del centro donde se pueden observar gestos, comentarios o insultos. En una reciente encuesta he leído que los españoles son los que más insultan y hacen gestos sexistas en la calle de entre cinco países europeos y EE. UU. El equipo directivo del centro debe apoyar este tipo de iniciativas, favoreciendo el diálogo en este sentido.
¿Qué crees que necesitamos en los centros educativos para incorporar la igualdad como un eje central en el currículo?
Implicar a toda la comunidad educativa; esto es, trabajar con las familias a través de su implicación en las acciones igualitarias del centro, apoyar la formación al profesorado en este sentido y animarle a que introduzca una mirada de género en sus clases con actividades en las que se valore el papel de las mujeres, empoderándolas, para favorecer el clima de aula donde se denuncien abiertamente comportamientos sexistas y se introduzcan comentarios al respecto en la misma clase.
Enumera cinco acciones imprescindibles para considerar una educación en igualdad.
- Políticas de igualdad a nivel administrativo.
- Implicación de todos los integrantes de la comunidad educativa: familias, profesorado, alumnado.
- Introducción en el currículo de actividades relacionadas con las aportaciones de mujeres que no aparecen en los libros de texto.
- Trabajo de conceptos nuevos en las asignaturas: coeducación, nuevas masculinidades, feminismo, empoderar…
- Revisión del lenguaje: reflexionar acerca del lenguaje sexista. Erradicar vocablos discriminatorios asociados al género.
¿Qué necesidades tenéis en este centro para incorporar la igualdad en todas las etapas educativas?
La verdad es que, cuando hay ilusión, hay fuerza para luchar por lo que se cree. Al tratarse de un centro pequeño es más sencillo coordinarse, y eso permite la implicación de todos y de todas. Con material básico, la colaboración del profesorado y del alumnado, y un poco de tiempo extra, podemos conseguir grandes retos.
¿Consideras que tenéis suficientes apoyos desde la Administración?
En los últimos años, la Administración se está implicando cada vez más en adoptar medidas para favorecer la igualdad de la mujer, y esto repercute en las actividades de los centros educativos, y en cómo abordar la diversidad en ellos. En nuestro centro hemos podido comprobar el gran compromiso que existe desde la Dirección Provincial de Educación con este tema.
¿Cómo influye en el alumnado reflexionar sobre violencias, diversidades e igualdad?
El poder de la educación es infinito. Uno de los objetivos que nos debemos plantear como educadores es conseguir que el alumnado desarrolle una capacidad crítica que le permita tomar partido ante la injusticia, la desigualdad, la discriminación por género, por etnia o por pensar diferente. Solamente trabajando desde la óptica igualitaria podemos garantizar que la sociedad evolucione, a través de sus representantes de mañana, que son nuestro alumnado hoy.
Reflexionar sobre la violencia en general, y la violencia de género en particular o la diversidad social, implica tomar partido, interiorizar valores igualitarios que permitan superar valores androcentristas y patriarcales estructurales que caracterizan a la sociedad obsoleta y que es imprescindible superar.