CLARA SERRA SÁNCHEZ (Madrid, 1982) es licenciada en Filosofía por la Universidad Complutense. Máster en Estudios Avanzados de Filosofía y en Estudios Interdisciplinares de Género. Ha colaborado en cursos y seminarios con la Universidad Complutense y ha sido profesora de Filosofía de Secundaria. Fue elegida diputada de la Asamblea de Madrid, pero renunció en octubre del año pasado para “hacer feminismo desde otros lugares”. Es autora de Manual ultravioleta (2019) y Leones y zorras. Estrategias políticas feministas (2018).
¿Es imprescindible hablar de feminismos desde las primeras etapas educativas?
No sé si hablar de feminismos, pero sí hay que educar sabiendo que los imperativos de género están ahí y que el mundo está hecho para que las mujeres hagan unas cosas y los hombres otras. Es en las primeras etapas educativas cuando ese aprendizaje de género se está incorporando y por eso es especialmente importante que las y los educadores sepan de feminismo y de diversidad, que entiendan esos problemas, que sepan detectar el machismo y la homofobia en un aula, y que sepan cómo enfocarlo. Más que hablar de ello al alumnado, cuando hablamos de las primeras etapas educativas se trata de que el profesorado lo incorpore.
¿Se puede ser educadora feminista? Di tres retos que tiene la educación hoy en día.
En primer lugar, resguardar la libertad de cátedra del profesorado y darle herramientas a las y los docentes para que puedan hacer su trabajo con dignidad y con la autoridad que necesitan para poder enseñar. Creo que se ha mermado la autoridad del profesorado para detrimento de la calidad educativa y que muchas familias esperan que los cuerpos docentes se adapten a sus demandas en un sentido equivocado, como si se tratara de un servicio y los padres y madres fueran clientes. La educación no es un servicio y hay que resguardar el margen de acción del profesorado en libertad y sin injerencias. Por supuesto, eso debe compaginarse con una mayor democracia en nuestros centros educativos, hay que derogar la LOMCE y decir adiós a los equipos directivos elegidos a dedo por las autoridades.
La segunda cuestión diría que es el reto de no convertir la educación solamente en una formación profesional pensada para la inserción laboral rápida del alumnado. Hacen falta menos asignaturas de emprendimiento empresarial y más filosofía y saberes humanísticos. La educación no tiene como principal tarea ser rentable económicamente, sino formar a una ciudadanía crítica y libre, lo cual es mucho más importante.
“El machismo de Kant, Rousseau o Freud no invalida sus teorías ni implica en absoluto que sus ideas no sean útiles y fecundas para pensar desde el feminismo”
Por último, diría que el compromiso con la diversidad ha de ser una de las grandes banderas de la educación pública, y que el feminismo y la diversidad afectiva y de género hacen a los y las alumnas más libres para elegir su propia vida y dejar a los demás elegir la suya.
¿Qué utilidad pedagógica puede tener el feminismo?
Creo que el feminismo, como la filosofía, consiste mucho en desaprender cosas más que en aprenderlas, lo cual tiene mucho valor. Se trata de empezar a extrañarnos ante actitudes, comportamientos, normas y valores tan integrados que son invisibles a nuestros ojos. Se trata de aprender a mirar de un modo nuevo, con más distancia, con más dudas, con más preguntas. El feminismo, cuando uno empieza a adentrarse en él, es un poco como hacer antropología con nosotros mismos y eso puede ser pedagógicamente fascinante, tanto para quienes lo explicamos como para las y los chavales que
lo aprenden.
Asistimos a una fuerza muy potente de los movimientos feministas cuando se trata de reivindicar las violencias o salir a la calle el 8 de marzo. Pero, ¿consideras que al alumnado en los centros educativos le interesa hablar, conocer y aprender más sobre feminismo?
Creo que les interesa mucho. Alumnas y alumnos son esponjas del mundo que les rodea y el interés, incluso la polémica social que rodea al feminismo, les cala, les agita, les suscita preguntas. Quieren saber de qué habla el mundo en el que viven, quieren entender de qué va eso llamado “feminismo” de lo que hablan políticos, periodistas, tertulianos o youtubers. Puede haber estudiantes que hoy día se aproximen al feminismo desde una mirada de desconfianza o sospecha, probablemente heredada de su entorno, pero desde luego no les deja indiferentes. Y ese interés es un excelente punto de partida para empezar a trabajar.
¿Qué le dirías al alumnado para generarles interés y que lean, debatan, vivencien y conozcan el feminismo?
Les diría a todos, también a los chicos, si quieren ser mujeres y hombres libres, si quieren elegir su vida o vivir las vidas de otros. Les diría que, si quieren eso, el feminismo les interesa, y les enseñaría hasta qué punto las grandes preguntas del feminismo les interpelan y tienen que ver con su vida cotidiana. Ese es un buen comienzo.
¿Se puede explicar y hablar de mujeres filósofas? ¿Se debe explicar a Aristóteles, Kant o Rousseau exponiendo su lado misógino?
Se puede hablar de mujeres filósofas, por supuesto, porque, a pesar de los obstáculos que las mujeres han tenido a lo largo de la historia (y hasta hace muy poco) para acceder a la educación y a la cultura, ha habido mujeres que los sortearon. Christine de Pizan fue una feminista en el siglo XV e Isabel de Bohemia una interlocutora de Descartes. A partir del siglo XVIII, las excepciones son cada vez menores y tenemos ya bastantes grandes pensadoras, hasta llegar al siglo XX con muchas y muy buenas filósofas que no tienen nada que envidiar a las figuras masculinas.
“Al
“Alumnas y alumnos son esponjas del mundo que les rodea y el interés, incluso la polémica social que rodea al feminismo, les cala, les agita, les suscita preguntas”
Respetando a los filósofos y sus opiniones sobre las mujeres, considero que lo que es interesante para la filosofía es pensar la compatibilidad del feminismo y los derechos de las mujeres con las teorías de los autores, y no tanto con sus opiniones o prejuicios. A veces no es lo mismo. No me interesa mucho saber si Platón era más o menos machista, porque esto no va de saldar cuentas a nivel personal con él.
Me interesa que Platón, a pesar de evidenciar en algunos textos que miraba a las mujeres como un griego del siglo IV antes de Cristo, tiene unas ideas sobre el alma, el cuerpo, el conocimiento, etc., que le obligaban, por coherencia, a concebir a las mujeres de un modo mucho más igualitario al de la sociedad griega de la época y de muchas épocas siguientes. ¿Por qué la teoría platónica tiene algo interesante para el feminismo? Es eso lo que es interesante pensar: hayan sido más o menos coherentes los autores en su vida con sus propias ideas, cuáles son las ideas con potencial feminista y qué usos podemos hacer de ellas más allá de sus propios autores.
Diría que la Historia de la Filosofía está llena de tipos machistas, pero también está llena de ideas poderosas e imprescindibles para el feminismo. El machismo de Kant, Rousseau o Freud, tan comentado siempre, no invalida sus teorías ni implica en absoluto que sus ideas no sean útiles y fecundas para pensar desde el feminismo.
¿Está el sistema educativo preparado para hacer un cambio en sus políticas y avanzar hacia una educación más acorde con las realidades sociales, neutralizar las violencias, avanzar en la historia de las mujeres, cambiar los estereotipos sexistas…?
Creo que, en el sistema educativo, como en cualquier espacio de la sociedad, hay prejuicios, machismo y homofobia, y tanto los padres, las madres y el profesorado tienen mucho que aprender sobre estas cuestiones. Ahora bien, el principal tapón viene de arriba. Si el sistema educativo dejara de estar entorpecido por las decisiones políticas, podría ponerse al día e integrar más la diversidad sexual y de género, y combatir las distintas formas de violencia.
“Tenemos que enseñar a niños y niñas que hay muchas maneras de ser, de comportarse, de expresar la feminidad o la masculinidad y, por supuesto, muchas maneras de amar”
Hay, cada vez más, un profesorado concienciado que podría hacer un trabajo muy necesario si las autoridades educativas les apoyaran y les dieran medios en vez de ponerles obstáculos o dejarles solos ante el peligro, obligando a quienes quieran combatir las discriminaciones a tener que ser héroes y heroínas.
¿Por qué crees que hay tanta resistencia a hablar sobre el machismo en la escuela o en los contenidos curriculares masculinizados? Cuando se escucha la palabra feminismo en un ámbito educativo saltan todas las alertas y renacen ideas de otras épocas con mucha fuerza. ¿A qué lo atribuyes?
A que siguen existiendo prejuicios en la comunidad educativa y a que la derecha ha puesto muchos esfuerzos en estigmatizar el feminismo justamente en el ámbito educativo. El combate contra esa supuesta “ideología de género” de la que habla Vox no es nuevo. Durante el gobierno de Zapatero, la derecha, expulsada del poder, y los entornos del PP de Aznar invirtieron mucho tiempo en escribir libros y hacer un discurso sobre los supuestos peligros del feminismo en la educación. Esperemos que el trabajo de este gobierno sirva para avanzar en esa batalla cultural y ayude a normalizar la apuesta por la igualdad de género y la diversidad LGTBIQ+ como principios fundamentales que deben estar presentes en la vida de nuestros centros escolares.
¿Qué le dirías tú a los y las docentes que han sido denunciados por trabajar, según dice la ley, contenidos para la igualdad?
Que son docentes comprometidos con una educación en igualdad y que su trabajo es imprescindible. Los y las alumnas necesitan referentes y algunos de ellos están siendo docentes valientes que se niegan a guardar silencio o dejar a su alumnado sin herramientas contra el machismo.
También les daría las gracias por la valentía, pero diría que no podemos hacer descansar en el profesorado esa tarea frente a los padres y las madres, y, a veces, sin apoyo de los centros. Necesitamos hacer piña y unirnos para defender la igualdad, y a maestras y maestros y profesorado comprometidos con la igualdad. Especialmente ahora que los ataques de Vox pretenden estigmatizar a algunos docentes y activistas LGTBIQ+, necesitamos una comunidad educativa unida en la defensa de la diversidad y el feminismo.
¿Se deben abordar las violencias en educación? ¿Cuál sería la mejor manera de hacerlo cuando vemos cómo los chicos se sienten ajenos a estas cuestiones?
Que se vinculen esas formas de violencia que ellos viven como ajenas y piensan que no tienen que ver con algunas de sus propias actitudes, que entiendan que lo que ellos hacen y viven tiene que ver con otras cosas con las que nunca querrían identificarse. Hay que enseñarles a pensar la relación entre las cosas, unas muy lejanas que son capaces de criticar y otras tan cercanas que han normalizado. Es la manera de ayudarles a hacer lo más difícil, verse en un espejo a sí mismos y reflexionar críticamente sobre actitudes y comportamientos que tienen interiorizados.
Hacia dónde vamos
¿Estamos en el mismo punto en el feminismo que hace diez años? ¿Qué le falta a la educación para estar a la altura de los últimos cambios sociales?
Hemos dado pasos de gigante estos últimos años y el feminismo ha salido de la esquinita en la que estábamos algunas activistas y ha asaltado el sentido común de la mayoría de nuestro país. En este contexto creo que se han visibilizado especialmente las distintas formas de violencia machista y se ha reivindicado con especial fuerza la libertad sexual de las mujeres.
“Si el sistema educativo dejara de estar entorpecido por las decisiones políticas, podría ponerse al día e integrar más la diversidad sexual y de género, y combatir las distintas formas de violencia”
Una de las grandes palancas de transformación de nuestra mentalidad en esas cuestiones es la educación sexual. Tenemos que enseñar a niños y niñas que hay muchas maneras de ser, de comportarse, de expresar la feminidad o la masculinidad y, por supuesto, muchas maneras de amar. Tenemos que permitir que en nuestros centros escolares haya niños femeninos y niñas masculinas sin que eso sea objeto de exclusión y penalización social. Tenemos que enseñarles a las niñas a tener herramientas contra el estigma de puta que sigue existiendo. Tenemos que hacerles saber que tienen libertad de decisión, que su deseo no es vergonzoso y que pueden expresar lo que quieren. Así como tenemos que enseñarles a decir no y deshacer esa educación patriarcal por la cual se ha enseñado durante siglos a las mujeres a estar dispuestas o disponibles para el deseo masculino y a aceptar sus demandas. La educación sexual es crucial para educar a chicos y chicas respetuosos con los demás y libres consigo mismos.
Es inevitable preguntarte por quienes tienen la tentación de pensar que aquí no cabemos todas. ¿Cómo entiendes el cruce entre mujer e identidad?
Creo que el feminismo es, en su aspecto de movimiento social y lucha colectiva, un espacio diverso y abierto. No es un club privado con derecho de admisión, ni una escuela, ni un partido. Es un movimiento con muchas voces e integrado por una gran diversidad de mujeres. Así ha sido en el pasado y así debe seguir siendo, porque parte de su fortaleza descansa en eso. Así que sí, cabemos todas, aunque en algunas cuestiones no tengamos por qué estar de acuerdo.
¿Todos los hombres son iguales? Y las mujeres, ¿son todas iguales? ¿Qué hacemos con las personas que no se encuentran categorizadas en este binomio? ¿Puede el feminismo aglutinar a todas las personas y enseñar al alumnado otra manera de relacionarse?
Que los hombres son iguales entre sí y que todas las mujeres son también iguales es parte de la trampa patriarcal que tenemos que deshacer. Se nos cuenta que somos todas iguales, pero eso no es así. El feminismo debe saber estar entre dos cosas: una identidad o un esencialismo estratégico para luchar juntas y, a la vez, una concepción crítica de esa identidad, justamente para poder luchar por un mundo en el que la identidad de las mujeres no tenga sentido, porque nacer mujer no determine tu destino ni tu lugar en la sociedad.
Con respecto a los hombres es importante lo mismo. Ser feministas es identificar una normatividad heterosexual o masculina que se impone con fuerza, pero es también saber identificar sus debilidades y sus fracasos. No todos los hombres son iguales y en algunos momentos es clave no entender al conjunto de los hombres como un todo homogéneo, sobre todo si queremos justamente trabajar por un mundo con muchas formas posibles de masculinidad.
¿Qué le pide Clara Serra, como docente, al nuevo gobierno progresista?
Que derogue la LOMCE, que combata la precariedad del profesorado y trabaje por su estabilidad. Que acabe con los nombramientos a dedo y se comprometa con un funcionamiento democrático de los centros escolares. Que apueste por la filosofía. Que ponga a la educación a la altura de las demandas del feminismo, de la diversidad y la educación sexual. Que apueste por la enseñanza pública y deje atrás el modelo de la concertada, y que combata con contundencia la injerencia de los padres y las madres, los vetos parentales y, en definitiva, la entrada de las ideologías privadas en una educación pública que debe estar comprometida con la libertad del alumnado (no de sus madres y padres) y, por lo tanto, con la diversidad y la pluralidad.
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Nathalia
Muchas gracias por tu post. Reciba un cordial saludo.