El 24 de enero de 2020 celebramos por segunda vez el Día Internacional de la Educación, una fecha proclamada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con el objetivo de concienciar a todo el planeta de la importancia de la educación para conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), concretamente el Nº4 que establece una educación de calidad.
Realización colectiva
Este año se ha decidido celebrar este día bajo el lema «El aprendizaje para los pueblos, el planeta, la prosperidad y la paz», destacando que la educación tiene que estar enfocada en la realización colectiva, empezando por los pueblos y actuando sobre todo el planeta para lograr la prosperidad y la paz mundial.
Al proclamar este día, los estados miembros reconocen la importancia de adoptar medidas que garanticen una educación inclusiva y equitativa de calidad, en todos los niveles, para que todas las personas puedan acceder a un aprendizaje durante su vida escolar. De esta manera, con los conocimientos y las aptitudes que adquieran, estarán preparados para aprovechar las oportunidades que se les presenten y podrán participar plenamente en la sociedad y contribuir así al desarrollo sostenible.
Sin una educación de calidad, inclusiva y equitativa para todos y todas, con oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida, los países no lograrán alcanzar la igualdad de género ni romper el ciclo de pobreza que deja rezagados a millones de personas de todas las edades: niños, jóvenes y adultos.
Pero, a pesar de los esfuerzos que se hacen por parte de los gobiernos (unos más que otros), aún hay muchas carencias y datos negativos que hacen pensar que queda mucho trabajo para conseguir el acceso de todos y todas a una educación de calidad.
Cifras preocupantes
Algunos datos publicados por el Instituto de Estadística de la UNESCO y el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo resaltan que:
- En el mundo hay aproximadamente 258 millones de niños, niñas y jóvenes sin escolarizar.
- 617 millones de menores y adolescentes no saben leer ni tienen conocimientos básicos de matemáticas, lo mínimo para defenderse en la vida cotidiana.
- En los países en desarrollo, el 91% de los niños y niñas se matriculan en la escuela, pero todavía hay 57 millones de menores que no asisten a la escuela.
- África Subsahariana tiene el récord de niños y niñas sin escolarizar.
- Los conflictos y guerras impiden que millones de niños y niñas asistan al colegio.
- Las niñas y niños refugiados tampoco pueden asistir, alcanzando la cifra de 4 millones.
- Niños, niñas y jóvenes más pobres de los países de bajos ingresos tienen la mitad de probabilidades de terminar la escuela primaria que los más ricos.
- Niñas y niños en áreas rurales tienen más del doble de probabilidades de no asistir a la escuela que quienes viven en áreas urbanas en países de bajos ingresos.
- Solo el 2% de las niñas más pobres en países de bajos ingresos completan la escuela secundaria superior.
Estas son solo algunas de las cifras inaceptables que destacan la necesidad de poner en práctica medidas urgentes para reducir las desigualdades y entender de una vez que invertir en educación debería ocupar un lugar prioritario en los programas políticos de los gobiernos.
Compromisos
Desde la Federación de Enseñanza de CCOO (FECCOO), en su acción sindical internacional y como sindicato afiliado a la Internacional de la Educación, seguiremos exigiendo que la educación de calidad es un derecho humano básico y, como tal, los gobiernos, concretamente en el marco europeo, son responsables de ella, apostando a través de las organizaciones afiliadas por una mayor colaboración entre las y los docentes y trabajadores y trabajadoras de la educación en todos los países y en todos los niveles de enseñanza.
Y lo haremos a través de acciones concretas que apuesten por una mayor financiación e inversión educativa en la enseñanza pública, exigiendo el cumplimiento de las metas recogidas en el ODS Nº4, participando y trabajando en las campañas internacionales contra las políticas de privatización y comercialización de la educación, que se están implementando en muchos países bajo los discursos neoliberales del Banco Mundial, la OCDE y el FMI, exigiendo en el marco del “diálogo social europeo” el reconocimiento de la importancia de la educación como palanca prioritaria para el progreso económico y social.
En definitiva, seguiremos intensificando todos los esfuerzos necesarios en el movimiento sindical internacional en defensa de los derechos humanos, en la mejora de los servicios educativos y, por supuesto, de las condiciones de trabajo y empleo de los colectivos de trabajadores y trabajadoras de la enseñanza.