No quisiera olvidarme de nuestros compañeros, tan valiosos como casi inexistentes, pero es un sector feminizado en un 90% y relegado a sueldos irrisorios por considerarnos trabajadoras de segunda división.
Nos lo hemos creído
Las antiguas guarderías se han ido acomodando a los nuevos tiempos y a las necesidades de la sociedad, con una formación profesional (Ciclo Formativo de Grado Superior o Magisterio Infantil) y unas demandas equiparadas con las escuelas formales. ¿Cómo ha repercutido esto? Después de tener las mismas obligaciones que una maestra, trabajar 6 horas más a la semana, tener menos vacaciones y casi la mitad de sueldo, el Estado ha considerado que con cambiarnos el nombre (de Guardería a Jardín de Infancia) había suficiente. Y nos lo hemos creído.
Hemos estado tan ocupadas, que hemos pasado por alto nuestro gran valor. La inmensa importancia de la educadora es directamente proporcional a la de un niño o niña. Somos cuidadoras de los cimientos de la persona y, por tanto, de los de la sociedad. Esto se construye los primeros años de vida, en la etapa de 0-3 años. Cuidar estos momentos será garantía de los aprendizajes posteriores y de la estabilidad emocional de la persona. Somos acompañantes del desarrollo integral cuando la plasticidad neuronal se encuentra en su punto más alto, con un trabajo de prevención, estimulación y acompañamiento emocional. En nuestros centros se cuecen, a fuego lento, las bases de la vida.
Todo un trabajo que las educadoras hacen posible con 8 bebés lactantes, 13 pequeños y pequeñas de 1 a 2 años y 20 más de 2 a 3, y una compañera que ayuda, en el mejor de los casos, en períodos de tiempo insuficientes.
Derecho a vivir dignamente
Escuchemos las palabras de personas expertas que elevan a la máxima potencia los primeros años de vida y nos explican la importancia de saber que los niños y niñas no son proyectos que moldeamos, sino personas que guiamos hacia su máxima expresión, hacia la libertad de elección y de pensamiento.
Hagamos visible lo invisible: estamos trabajando por la dignidad de vuestros hijos e hijas, y también por la nuestra. Nuestra labor demanda un cambio de paradigma, una transformación integral, con la seguridad de lo que hacemos, de lo que somos y de nuestro derecho a trabajar y vivir dignamente. Nuestra pretensión es poder sustentarnos por nosotras mismas, haciendo aquello que hacemos y amando los tesoros más valiosos que tenemos.