Hoy me viene a la memoria, mejor a la conciencia, la situación de los campos de refugiados. ¿Qué pasará ahí si la pandemia entra en ellos?
Hacinados y compartiendo basura, inclemencias del tiempo, sin atención sanitaria, donde las mujeres paren solamente con algún familiar o vecino al lado, donde se infectan a diario de difteria y afecciones de la piel, con problemas de nutrición, higiene y, sobre todo, de protección.
Ojalá el coronavirus pase de largo y no se cebe, como siempre, con los más desprotegidos, con los más débiles.
Mientras las naciones del mundo son atendidas por sanitarios, intentando una mejora que, aunque les cause la muerte, lo harán en hospitales o en sus casas. ¿Acaso somos iguales? Ni siquiera para las pandemias.