Hago este inciso porque no sabemos hasta qué punto será beneficiosa la vuelta al colegio, dada la situación actual de incertidumbre a causa de la falta de claridad en las instrucciones para el retorno a las aulas. Sobre todo, me paro a pensar en las “no relaciones” entre alumnas y alumnos. Atrás quedaron esos recreos llenos de risas, juegos, miradas entre los mayores, cambios de cromos o chapas, el escuchar una canción entre dos cada uno con una parte del auricular…
Por otra parte, debemos exigir medidas eficaces para niñas y niños, especialmente para quienes provienen de familias con una situación económica más precaria. La falta de ingresos y la desconexión con la escuela puede hacer que se pierdan muchos y muchas estudiantes, que se vean en la obligación de buscar trabajo para ayudar en sus hogares.
La salud es importantísima y el Gobierno no puede recortar económicamente en este apartado; no obstante, es fundamental que sigamos velando también por la seguridad psíquica y social de las niñas y de los niños, más en estos tiempos donde las noticias, la distancia física y la nueva normalidad ponen en jaque no solo a la parte académica, sino a la construcción y al trabajo con las emociones y los valores. Las asignaturas seguirán siendo las mismas, pero no olvidemos, como docentes, que cada sentimiento tiene su edad y niñas, niños y jóvenes necesitan nuestra máxima atención.