COMO SI DE UN RELATO BÍBLICO SE TRATASE, LA HISTORIA PRETENDÍA CONTAR QUE DE REPENTE LLEGÓ EL VIRUS, se suspendieron las clases, la gente se metió en su casa y la educación se hizo digital, virtual e interactiva. Nadie debía preocuparse, porque las horas de clase iban a ser sustituidas por tareas enviadas a los estudiantes y contacto en línea con sus docentes.