A veces no somos conscientes de que la práctica totalidad del profesorado vasco actual hemos vivido, como estudiantes y como docentes, en el siglo XX y sobre todo que nos hemos formado en una educación que se desenvolvía en un entorno bastante estable: proporcionaba conocimiento y destrezas que servían para empleos existentes, mientras que la metodología de enseñanza consistía en repetición, memoria y resolución de problemas conocidos. La mayoría somos fruto de ese tipo de educación, más preocupada por la enseñanza que por el aprendizaje, centrada más en los contenidos que en los procesos. Además, muchos docentes hemos sido buenos estudiantes, es decir, somos el “resultado exitoso” de un sistema perverso y básicamente selectivo, que, a pesar de haber dejado a tantos por el camino, para nosotros ha sido positivo, lo que a veces nos lleva a añorar una perdida arcadia educativa, en realidad inexistente.