LA INFANCIA ESTÁ SUMERGIDA EN LA TECNOLOGÍA HASTA LAS OREJAS. Son geeks, me dicen; que así se intitulan los sujetos fascinados por los más modernos y prodigiosos instrumentos electrónicos. Lo virtual sustituye con sus irresistibles destellos al mundo real, de carne y hueso. Hacer deporte, cantar y bailar, pintar con lapiceros o ceras, modelar en barro y otras artes que nos ponen en contacto con la materia y con el cuerpo, se perciben inferiores a la hipnótica atracción de las pantallitas.