Menor Currás, M., Rogero Anaya, J. (2016)
Incluso ha sonado con cierta fuerza el MIR educativo, seguramente por su apariencia de novedad. Después de la lectura de este libro, es probable que pocos de estos proyectos puedan sostenerse inalterados: es mucha la exigencia y necesidad a cubrir que se revela, muchos los intereses encontrados que se ponen de manifiesto y excesivas las veces que, desde el siglo XIX, se ha dicho oficialmente que en educación poco o nada se puede hacer sin el profesorado, lo que viene a ser un reconocimiento del ligero interés que las Administraciones han mostrado por este aspecto crucial del sistema educativo. De similar ligereza adolece el considerar el MIR de las últimas propuestas como novedad. Tan escasa es que, en bastantes de estas interpretaciones, la exigencia se ha quedado bastante más corta de lo que ya antes de la II República se proponía a través de los Institutos-Escuela, que la Junta de Ampliación de Estudios fundó en mayo de 1918.
Educación es uno de los territorios donde todo el mundo habla y tiene opinión formada. No es el único, como puede comprobarse por la cantidad de opinadores impenitentes que, a menudo, hacen alarde de gran “desfachatez intelectual”, como ha analizado Sánchez Cuenca recientemente. Amos Oz denunciaba algo similar en 2003. En Contra el fanatismo advertía que todo israelí “tiene su fórmula personal para la salvación instantánea” debido al profeta redentor que llevaba dentro, y aseguraba que si él se afanaba en escribir, era por entrar en la conversación que se desarrollaba de continuo a su alrededor casi siempre sin escuchar. Aseguraría que éste es el motivo principal que ha impulsado a los autores de este libro a escribirlo. Es su opinión acerca de cómo han sido formadas las últimas generaciones de docentes y con qué condicionantes. Una opinión independiente, razonada y, sobre todo, documentada de forma amplia. Principalmente, a través del BOE y similares, citados siempre de tal modo que el lector pueda contrastar directamente en Internet la referencia legal correspondiente. Y, en paralelo, mediante la referencia oportuna a la bibliografía especializada en cada uno de los principales aspectos estudiados. Simplemente por estos dos motivos es de agradecer el esfuerzo aquí derrochado en facilitar una muy rica información a cuantos quieran acceder a cualquiera de los múltiples aspectos que han conformado la formación de los docentes escolares.
La segunda condición de este libro es que es algo vivido. Trasciende a menudo lo historiográfico y, por tal motivo, puede ser considerado documento singular, pues los autores son algo más que testigos directos en algunos de los capítulos que aquí tratan. Con esta consideración enlaza el que la cronología del título –de 1970 a 2015– resulte engañosa. Razones tienen, de su propia trayectoria profesional, para entender que la supuesta modernidad de la LGE (de Villar Palasí) pudiera ser inteligible sin dar cuenta de cómo era a la sazón el profesorado y de qué características se había nutrido mayoritariamente. 31 años después de terminar la guerra, y apenas retomado el ritmo económico que tenía España anteriormente, eran demasiados los hábitos que se habían impuesto de manera minuciosa para erradicar los planteamientos modernizadores que la República había tomado como suyos. En realidad, venían, en gran medida, de una larga pugna anterior; de antes, incluso, de que hubiera un ministro de Educación propiamente tal. La síntesis que aquí se traza como fondo introductorio a las novedades tecnocráticas de la LGE ayuda a entender en su justa dimensión los atrasos y contradicciones sin cuento de nuestro sistema educativo. No sólo qué perdió el profesorado al no haber podido tener los maestros que, entre exilio y depuraciones, se perdieron, sino también las regresiones que en unos u otros momentos hemos repetido hasta el presente.
En opinión de los autores, aquel caldo de cultivo tan denso sigue presente como condicionante principal de muchas de las limitaciones del sistema educativo actual. Ni la “libertad de educación” en sus distintas versiones y conveniencias es de 1996 –como a veces se quiere hacer ver–, ni la “calidad” es una marca de excelencia de unos pocos. Tales constructos son de bastante más atrás y bueno es saber sus cómos y porqués, poliédricos y polémicos desde su origen. Tampoco es de ahora la gran asimetría entre Privada/Pública/Concertada, que hunde sus raíces en un prolongado pasado. Los Acuerdos con el Vaticano –tan condicionantes de la triple red del sistema educativo a modo de concesión privilegiada– vienen de 1851, cuando ni existía la Ley Moyano. Variación importante del presente es que nuevas instancias de poder, con peso específico internacional y nacional, tratan de condicionar más el futuro del sistema y, con él, el de la digna formación que deban tener profesores y maestros.
Éste es el motivo de la tercera condición de este libro: su condición crítica, por la que se subtitula Peones o profesionales. La distinción permite advertir en ese pasado por dónde han ido unos y otros trabajadores de la enseñanza escolar, correspondiendo más decididamente la profesionalidad a cuantos se comprometieron de manera voluntariosa en su formación como educadores. Para este presente y su futuro, lo que pretende cuestionar es si, en adelante, el papel que deban desempeñar ha de ser meramente subsidiario y carente de verdadera autonomía profesional –en el diseño, desarrollo y seguimiento de los procesos de enseñanza-aprendizaje, y sin que la comunidad escolar tenga nada que añadir o modificar–, o si solamente han de ser competentes para ejecutar pautas emanadas de instancias externas a los centros educativos bajo aquiescencia controlada de unos directores e inspectores convertidos de este modo en capataces comparsas. Cuando en el último tramo de este ensayo se analizan más detenidamente las últimas “mejoras” que ha traído la LOMCE y las previsiones que encierra la propuesta de Estatuto de la Función Pública que dejó previsto el que se adivina como muy probable partido gobernante de la XII Legislatura, el subtítulo que orienta el sentido de este libro cobra especial valor.
Deseable sería, en consecuencia, que este ensayo historiográfico sobre la formación del profesorado escolar tuviera buena singladura entre los lectores. Sólo el mejor conocimiento de los entresijos de nuestro sistema educativo –y éste es primordial– podrá contribuir a una educación moderna más digna y accesible para todos.
Últimos comentarios
francisco benitez de la cruz
donde puedo conseguir el libro me interesa tenerlo, saludos.
Revista TE CCOO
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