Educación cívica y democracia en la LOMLOE

NO ES FRECUENTE SU INCLUSIÓN EN LAS CONSTITUCIONES DEMOCRÁTICAS; SIN EMBARGO, EN LA ESPAÑOLA FIGURA UN ARTÍCULO 27 CON UN AMPLIO PROGRAMA DE POLÍTICA EDUCATIVA, un auténtico pacto escolar, en el que se dice que el objeto de la educación consiste en el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y los derechos y libertades fundamentales. Es decir, nuestra carta magna sella la estrecha vinculación que ha de existir entre educación y democracia.

De ahí que señalemos la estrechísima relación que en nuestro sistema debe darse entre la Educación en Valores Cívicos y Éticos, que es el nombre de la nueva asignatura que crea la LOMLOE, y la Educación para la Ciudadanía Democrática, que es la denominación puesta en circulación por el Consejo de Europa, conforme a acuerdos internacionales que España también ha suscrito. Así pues, no se trata de educación en valores cívicos y éticos neutros y desarraigados respecto a un modo de vida y de gobierno democrático, sino, como sostuviera el gran pedagogo norteamericano del siglo XX, John Dewey, en su obra más conocida, Democracia y educación, se trata de que en las escuelas de un sistema educativo democrático ha de haber un compromiso con la promoción de contenidos culturales, pedagogía y organización y actividad escolar para formar ciudadanas y ciudadanos comprometidos con los valores democráticos.

Tales son los compromisos que recoge otra vez la LOMLOE, recientemente aprobada. Decimos otra vez, porque de todos es conocida la derogación que el PP, con el apoyo de la jerarquía católica, la CONCAPA y sectores muy activos del fundamentalismo religioso –implicados en una feroz campaña de oposición y de exigencia de una inexistente objeción de conciencia– impusieron de la LOE y, especialmente, de la asignatura de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos. Una auténtica operación de censura y depuración ideológica perpetrada por la LOMCE sobre el currículo del sistema educativo, con la finalidad última de impedir la incorporación y el seguimiento por todo el alumnado, con independencia de su confesión religiosa, de una educación en valores cívicos éticos respetuosa con los mandatos y valores constitucionales (como después reconocerían varias sentencias del Tribunal Supremo), pero ya no controlada por quienes siempre habían sido los proveedores tradicionales únicos de los únicos valores que a su juicio e interés particular deberían ser enseñados.

¿Volverá a reproducirse frente a la nueva ley y a la nueva asignatura de Valores Cívicos y Éticos la misma reacción negativa de exasperación e inquina integrista? ¿Llegaremos al fin en España a aceptar, con independencia de colores políticos, confesiones o ideologías que cada cual decida libremente profesar, que somos ante todo ciudadanos y ciudadanas, y hemos de convivir en un marco democrático pluralista, inspirado en valores que tienen por fundamento la ética común compartida recogida en los valores superiores y derechos y libertades de la Constitución y en la Declaración Universal de Derechos Humanos?

No quisiera pecar de optimismo, porque algunos tambores de guerra y amenazas de disidencia “separadora” ya se han oído entre quienes proponen burlar a las Cortes Generales poniendo en juego distintos subterfugios inconstitucionales que permitan impedir la aplicación de la nueva Ley en los territorios donde gobiernan los conservadores. Proclamas vindicativas realizadas de manera burda e irresponsable por dirigentes que se autocalifican como celosos guardianes de la “indisoluble unidad de España”.

Tras aquellas cruentas batallas escolares, a las que tan propicios son algunos segmentos del subsistema educativo no público, la LOMLOE procede a restaurar avances que en materia de educación cívica se lograron con la LOE. Es verdad que existe un cambio de nombre de la materia por el que desaparece la palabra “ciudadanía”, concepto que centraría mejor la finalidad formativa de la asignatura en el desarrollo del sujeto histórico moderno sobre el que se construye toda la conquista gradual de derechos, libertades e instituciones democráticas.

Los dos cursos que prevé la nueva Ley, frente a los cuatro que contemplaba la LOE, constituyen una disminución significativa del tiempo necesario para la impartición de los contenidos curriculares que deben formar parte de la nueva asignatura. Una disminución solamente compensable parcialmente si a esta se le dota de una carga lectiva de al menos dos horas semanales, durante las cuales el alumnado de Enseñanza Primaria y, con mayor intensidad, el de Secundaria, puedan aprender y reflexionar críticamente sobre Derechos Humanos, Constitución Española, igualdad de género, desarrollo sostenible, cultura de paz y no violencia, el valor social de los impuestos y la justicia fiscal, etc. Sin olvidar nuevas cuestiones que ahora se incorporan, según la Exposición de motivos de la LOMLOE, como el de “un conocimiento profundo de la historia de la democracia en España”. En el sentido de que “el estudio y análisis de nuestra memoria democrática permitirá asentar los valores cívicos…”.

Finalmente, sería necesario un desarrollo de la transversalidad suficientemente regulada y organizada, de modo que no se repita la vieja experiencia de una transversalidad inasible y, finalmente, inexistente. Por eso algunos propusimos que, al igual que la Ley prevé la figura de coordinador/a para los planes de convivencia, podría haberse establecido una figura similar para el ensamblaje de la transversalidad. En todo caso, damos una cálida bienvenida al artículo 121, conforme al cual el Proyecto Educativo de Centro incluirá un tratamiento transversal de la educación en valores y de otros temas que también forman parte de la materia de Educación en Valores Cívicos y Éticos. El tiempo dirá.

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Victorino Mayoral Cortés

Presidente de la Fundación Cives