Yo, la trata de personas

NACIONES UNIDAS ME DEFINE COMO LA ACCIÓN DE CAPTAR, transportar o recibir personas, recurriendo a la amenaza, al uso de la fuerza, a la coacción, con fines de explotación sexual, laboral, mendicidad o adopciones irregulares. La verdad es que tengo muchas caras y muchas razones.

Según organismos europeos e internacionales, mi negocio está entre los tres más lucrativos del mundo, junto al tráfico de armas y el de drogas. Además de vender seres humanos, vendo sueños y libertades para mano de obra barata (sobre todo en los países del tercer mundo se dedican a la producción textil), para trabajos forzosos, para labores domésticas…

Habitualmente se me relaciona con la prostitución y la explotación sexual, que es la razón mayoritaria de mi presencia en prácticamente todos los países del mundo. Generalmente aprovecho la situación de vulnerabilidad que generan la pobreza, la falta de regulaciones gubernamentales, los conflictos, los traslados y las migraciones, entre otros muchos factores, para extender mis redes y captar a mis víctimas, de las cuales la gran mayoría (un 80%) son mujeres y niñas. Sí, soy un crimen feminizado.

Entre las modalidades de la trata de personas con fines de explotación sexual me manifiesto en la prostitución forzada, la explotación sexual infantil, la pornografía, el turismo sexual, los embarazos forzados, los matrimonios serviles y el alquiler de vientres, entre otras.

Además, cubro muchas rutas dependiendo de las necesidades y los gustos de mis clientes. Según la ONU, las principales, que van de África a Europa y de América del Sur a EE. UU., generan cada año a los traficantes unos ingresos estimados de al menos 7.000 millones de dólares (datos recogidos en 2014).

Como sostiene un informe de la Commonwealth Human Rights Initiative (CHRI), Erradicando la esclavitud moderna (2020), 15,7 millones de hombres, mujeres y niños de los 54 países que conforman la Commonwealth están sujetos a trabajo forzoso, matrimonio forzado o son víctimas de trata de personas.

Otra de las ventajas que me permite seguir extendiendo mi negocio es la falta de normativas nacionales específicas para todas las modalidades en las que puedo actuar y la ausencia de una coordinación internacional para frenar los traslados y desplazamientos de seres humanos en contra de su voluntad. Sobre todo porque muchas de las personas que caen en mis redes no se dan cuenta de que son víctimas y encima pagan, engañadas con la promesa de una vida mejor, para posteriormente ser vendidas y esclavizadas hasta la extenuación.

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