Y no hay expresión más democrática que las elecciones sindicales. En el modelo español, estas tienen la función de determinar la representación y vehicular la participación de los trabajadores y las trabajadoras a tres niveles: primero, en la empresa, para establecer las vías para el ejercicio de los derechos de información/consulta y negociación. En segundo término, a nivel sectorial, estando legitimados para la negociación colectiva los sindicatos que acrediten un mínimo del 10% de la representación en el ámbito de referencia (15% si se trata de organizaciones regionales), por sí mismos o por irradiación como parte de las organizaciones acreditadas como más representativas. Y, por último, a nivel institucional, para la participación en instancias públicas de consulta (CES, Seguridad Social, Fundación para la Formación, etc.) y, esencialmente, en los procesos de diálogo social, tan determinantes en los últimos tiempos.
En las elecciones sindicales, cuya máxima concentración se desarrollará desde ahora hasta diciembre de 2023, se van a renovar en total más de 280.000 delegados y delegadas, en 96.461 centros de trabajo. Partimos de una situación de franca ventaja: al momento de escribir este artículo, CCOO, como sindicato más representativo, tiene 101.536 delegados y delegadas (35,56%, 11.000 más que el segundo sindicato), y es también el sindicato mayoritario en la Función Pública (28% en administraciones públicas, 17% en sanidad y 23,89% en enseñanza). Por eso, nuestro objetivo debe ir más allá. Queremos llegar donde aún no hemos llegado, extender nuestra densidad representativa, porque esa es la mejor manera de fortalecernos para garantizar derechos.
A mayor organización, mayores derechos. Revalidar la condición de CCOO como primer sindicato en todos los sectores de la producción, los servicios y la Función Pública, mejorar los resultados, conseguir mayor representatividad en las empresas para garantizar los derechos laborales y fortalecer el sindicalismo de clase, con mayor presencia de mujeres y jóvenes en nuestras candidaturas, son los principales objetivos que el sindicato se ha marcado de cara al próximo proceso de elecciones sindicales.
Legitimidad democrática
Respaldado por millones de trabajadoras y trabajadores en las urnas, el proceso es de suma importancia y nos legitima democráticamente en decenas de miles de empresas y en las administraciones públicas y sus organismos. Las personas trabajadoras eligen a sus delegados y delegadas en los órganos de representación, compañeros y compañeras a quienes vemos a diario a nuestro lado. De ellos y ellas observamos su trabajo y dedicación, sus esfuerzos y desvelos en el trabajo de representación colectiva. Y después les votamos. O no. En cualquier caso, son las personas que solucionan nuestras dudas, llevarán a las mesas de negociación nuestras demandas de todo tipo o velarán por nuestra seguridad y salud en el desarrollo de nuestras tareas.
Y, a pesar del ruido, los sindicatos –y particularmente CCOO– debemos hacerlo aceptablemente bien, porque los datos demuestran que allí donde hay extensión sindical, en los centros de trabajo donde las organizaciones obreras están presentes, hay más derechos, más seguridad y más interlocución positiva con la contraparte.
Por otro lado, las elecciones son la fórmula más exacta para otorgar influencia social e institucional a los actores y organizaciones que estamos presentes, de un modo u otro, en la vida económica y social del país. Y la ley electoral sindical garantiza igualdad de oportunidades e iniciativa a todas las organizaciones, tajo a tajo, fábrica a fábrica, territorio a territorio y en todos los sectores productivos. De ese modo, la representatividad de cada sindicato está fuera de toda sospecha. ¿Quién si no las organizaciones que representan a la gente trabajadora son los auténticos baluartes testimoniales en la defensa y el ejercicio de la libertad sindical, indivisible de todas las demás? Todo lo apuntado nos ofrece aún más legitimidad en nuestras exigencias continuas e incansables de mayor justicia social y de ensanchamiento de la democracia social y económica.
Solvencia y compromisos
CCOO afronta este nuevo proceso con un elevado nivel de autofinanciación económica y solvencia de recursos, fundamentalmente procedentes de ingresos propios. Con datos de 2021, un total de 1.101.803 personas han estado afiliadas al sindicato, con una media de afiliación de más de 965.000 personas, lo que ha supuesto unos ingresos por cuota de 134,5 millones de euros. Asimismo, por la gestión de programas finalistas, que no suponen ningún ingreso para el sindicato (pues su financiación va destinada y justificada a la ejecución de dichos programas), la organización ha recibido 23 millones de euros. Respecto a las subvenciones que CCOO recibe por su representatividad y participación en órganos institucionales, estas alcanzan apenas el 6% de los ingresos, una cantidad insignificante en comparación con los ingresos propios. Pero todo suma y todo es importante.
Nuestro sindicato acude a este ciclo electoral con la certeza de que tenemos el poder de cambiar las cosas. Apostar por COOO es hacerlo por la mayor organización sindical de la clase trabajadora de nuestro país, la más representativa, lo que nos refuerza como la mayor red organizativa de la clase trabajadora. Ese respaldo en los centros de trabajo es el que empuja nuestro compromiso para desempeñar de una manera eficaz la representación democrática que ejercemos en la negociación colectiva y en el diálogo social.
Un compromiso que hemos demostrado en nuestro quehacer sindical para hacer frente a una crisis inédita originada por la COVID-19. A través de la negociación en el ámbito del diálogo social hemos alcanzado seis acuerdos que han permitido salvar millones de empleos y miles de empresas en el conjunto del país, mejorar los derechos de las personas afectadas y proteger a quienes contaban con contratos temporales. Derechos que, a su vez, han sido complementados en muchas comunidades autónomas, donde CCOO ha sido determinante.
Hemos negociado una reforma laboral que recupera derechos, avanza en otros nuevos y sobre todo apuesta por el empleo de calidad y con derechos fortaleciendo la capacidad sindical en la negociación colectiva, mejorando los salarios y protegiendo a las personas trabajadoras con una situación más débil en el mercado laboral.
Igualmente, hemos seguido apostando por la igualdad de género, acordando los desarrollos reglamentarios de los planes de igualdad en las empresas y del registro salarial, dos normas fundamentales de gran calado para hacer frente a las brechas de género que se siguen produciendo.
También apostamos por el sistema público de pensiones, garantizando su poder adquisitivo y reforzando el sistema de ingresos de la Seguridad Social, como factor de sostenibilidad que garantice las pensiones públicas presentes y futuras.
Y la consecución de la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) un 36%, situándolo en 1.000€, que supone una mejora de las condiciones de vida para quienes no tienen un convenio colectivo de referencia.
Nos hemos comprometido con la mejora de las condiciones de trabajo en los nuevos entornos laborales con un acuerdo que ha permitido la laboralización de quienes trabajan en plataformas digitales de reparto, conocida como la “Ley Rider”, así como la regulación del teletrabajo y del trabajo a distancia, que establece los derechos laborales para una modalidad que, poco a poco, se va extendiendo.
Y nos hemos comprometido, además, con la lucha por la seguridad y la salud en los centros de trabajo, adaptando la legislación a las nuevas necesidades y apostando por una transición ecológica que permita conciliar la defensa del empleo y la sostenibilidad para garantizar una transición justa.
Hemos estado al frente de los distintos procesos de negociación colectiva, defendiendo los ámbitos sectoriales como factor de solidaridad y extensión de derechos, y al frente de las movilizaciones necesarias para lograr un buen convenio.
En este período de concentración electoral debemos seguir siendo el sindicato de referencia para organizar a las personas trabajadoras en las empresas. Ello nos permitirá avanzar en la negociación de los convenios colectivos pendientes, especialmente en el proceso de tensionamiento en el que nos encontramos ante la negativa de la patronal de mejorar los salarios con la garantía de las cláusulas de revisión.
Cambiar las cosas
Esta enorme capacidad y diversidad que son las CCOO debía tener su reflejo en la campaña electoral que os presento. Es una herramienta en sí misma para la acción sindical, que ha tenido en cuenta la complejidad de una organización que afronta procesos electorales totalmente diferentes: revalidar una mayoría, presentarse en una empresa sin representación, en un sector estable o en conflicto, con plantillas envejecidas, precarizadas, masculinizadas o feminizadas… Ha sido diseñada para poder seguir trabajando con ella de forma continuada, ya que los procesos electorales deben abordarse desde el día siguiente al resultado de las votaciones y no haciendo “paracaidismo sindical”, es decir, no dejándonos caer por las empresas cada cuatro años.
Esta campaña es resultado del trabajo compartido y participado de las secretarías de Comunicación y gracias al talento militante y profesional que tenemos en el sindicato. Habría sido difícil hacer encajar todas las piezas con profesionales externos. Ha representado un reto y estamos por ver cómo evoluciona, pero el trabajo ya realizado tiene un valor en sí mismo. Su lema es “El poder de cambiar las cosas”, porque eso es lo que hace CCOO, de la mano de cada representante sindical, de cada persona afiliada.
Por otra parte, hemos creado una herramienta que pone en el centro de la estrategia electoral el valor de la diversidad de la organización, es decir, de su solidaridad como una de nuestras fortalezas. El valor de lo colectivo como idea-fuerza.
Cuando uno se cae, se levanta y continúa adelante
Habrá momentos en que estemos de subida y otros que no serán tan positivos. Es el día a día de unas elecciones sindicales en que todo el mundo se juega mucho. Instantes pasajeros que ya conocéis. La gente de CCOO está acostumbrada a las piedras del camino y los palos en las ruedas, pero ante las dificultades no nos resignamos.
No permitiremos que el desaliento nos haga mella a pesar del esfuerzo mayúsculo que hacen los amigos del desastre, los padrinos del desafuero, para provocar nuestro desánimo. El mundo que queremos mejorar desde el valor solidario de lo colectivo tiene más alcance que algunos titulares, un puñado de tuits o de frases radiofónicas o algunas imágenes convenientemente elegidas.
Las y los sindicalistas de CCOO son el corazón del sindicato, y son muchas las personas trabajadoras que confían en nuestro trabajo y agradecen el esfuerzo ingente que hacemos. Y es nuestro deber devolver la confianza que los y las trabajadoras depositarán de nuevo en nuestras candidaturas. Este apoyo nos anima a seguir trabajando por unas mejores condiciones de vida y laborales de la gente trabajadora. En nuestras manos está el poder de cambiar las cosas.