Interseccionalidad para comprender y transversalidad para transformar

EL 1º DE MAYO DE ESTE AÑO HA DADO EL PISTOLETAZO DE SALIDA A UNOS MESES DE JORNADAS REIVINDICATIVAS. A lo largo del Estado tenemos huelgas, concentraciones, manifestaciones, etc. Y encontramos un motivo común en todas ellas: la defensa de aquello que la ultraderecha nos está intentando arrebatar.

Cuando se publique este artículo, hará unas semanas de que un grupo de personas haya quemado la bandera LGTBIQ+ que colgaba del balcón de la sede de CCOO en Guadalajara. Su secretario general no dudó en denunciar la acción y convocar concentraciones. Es claro que últimamente hay dos cosas que le molestan especialmente a la ultraderecha: la lucha de la clase obrera y la libertad del movimiento LGTBIQ+.

Por eso, es especialmente relevante que se identifique que, cuando hay un ataque de este tipo, no es solamente en contra de los derechos de una “minoría” social, sino que es hacia todo aquello que se sale de lo establecido por el sistema cisheteropatriarcal, tan colaborador con el capitalismo y tan caldo de cultivo de posturas políticas ultraderechistas.

Sin embargo, venimos de una época en que las luchas de las identidades han sido criticadas duramente, en parte por la creencia errada de que dividían una lucha principal, la de la clase trabajadora. Resulta curioso lo que cada quien considera clase trabajadora. Si este término sirve tan solo para designar a los hombres cisheterosexuales blancos con nacionalidad europea, creo que estamos hablando de una cosa muy diferente a lo que es realmente la clase obrera. Y ya han pasado suficientes años como para tener claras algunas consideraciones al respecto.

Todo aquello que no se nombra no existe y, por tanto, las feministas hemos acertado en hablar en estos términos, y no en los que se consideraba que el masculino nos englobaba a todas. Necesitamos un enfoque flexible de nuestra lucha de clases, que pueda adaptarse a la lucha contra la opresión concreta que ejerce el capitalismo sobre cada una de nosotras, sin perder la esencia. Claro que el capitalismo es quien nos subyuga, pero con dos colaboradores fieles sin los que jamás habría funcionado tanto tiempo: el cisheteropatriarcado y el colonialismo.

Queda pues, en nuestra opinión, sobradamente justificado, que un sindicato como el nuestro, de clase y sociopolítico, se meta absolutamente en todas las cuestiones que deriven de esto. Los ataques racistas, machistas, capacitistas y LGTBIQ+fóbicos son ataques a la clase obrera, en tanto son ejercidos por un sistema capitalista que nos quiere desiguales y fragmentadas. Preguntémonos a quién beneficia más que una persona obrera crea que la razón por la que no encuentra trabajo es porque hay mucha inmigración, y no que es porque la clase empresarial española tiene como prioridad el máximo beneficio económico, por encima del social.

Defensa de derechos

CCOO se implica totalmente en situaciones de defensa de los derechos y para seguir ensanchando libertades para todas las personas.

En este momento, debemos ya tener claro que cuando en CCOO tenemos grupos de trabajo haciendo unidades didácticas para fomentar una educación afectivo-sexual diferente, cuentos sobre la diversidad étnica, propuestas de inclusión innovadoras de personas con discapacidad o protocolos de acoso para la protección del colectivo LGTBIQ+, no estamos enfocándonos en algo diferente que la lucha de clases, sino que estamos garantizando que los tentáculos del sistema no dejan atrás a nadie por ningún motivo, de la índole que sea.

Es importante resaltar, además, que esto no es algo nuevo. Lo que ocurre aquí no es algo que interesa mucho a las personas jóvenes, mientras que el discurso de clase les interesa poco. Históricamente, las personas del colectivo LGTBIQ+ han tenido muy claro que su lucha tiene algo de simbólica, pero que tiene mucho más de lo material, de no poder acceder a una vivienda o a algunos trabajos, por quedar directamente fuera de muchos espacios.

El movimiento feminista también lo ha tenido siempre claro, teniendo como uno de sus grandes diagnósticos que la desigualdad de género está fundada en parte por la división sexual del trabajo, que aún hoy sufrimos. No es diferente para las compañeras gitanas, que luchan contra una opresión sistémica que les expulsa incluso de la educación, segregándoles. O las migrantes, que escapan de lugares en los que no se respetan los derechos fundamentales para sufrir, en el Estado español, la violencia de occidente, es decir, de quien se ha aprovechado de sus recursos desde que el mundo es mundo, pero no está en disposición de compartir los beneficios.

Por supuesto, no es suficiente con tener el discurso aprendido. Es indispensable que en la transformación de la sociedad que llevamos a cabo como CCOO tengamos estas reflexiones siempre presentes. Interseccionalidad para comprender y transversalidad para transformar. Por eso decíamos que estos meses nos va a empujar a la calle nuestra clase y lo haremos con orgullo. Pero, lo más importante, es que vamos a seguir haciéndolo por cada colectivo concreto, por esa visión general que nos mueve: la lucha de la clase obrera es la lucha por todas las personas trabajadoras, sin ninguna excepción.

Vamos a llenar todas las calles de orgullo revolucionario. ¡Que viva la lucha de la clase trabajadora, diversa y orgullosa.

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