Vocación no es sinónimo de trabajar por encima de tus posibilidades

PUEDE QUE A MÁS DE ALGUIEN LE SORPRENDA SABER QUE LA VIDA DE LAS MAESTRAS DE LA ESCUELA PÚBLICA de nuestro país se parece más bien poco a la de aquellas que protagonizaban musicales de color pastel a lo Sonrisas y Lágrimas.

Y  sí, es verdad que ser maestra es bonito y vocacional. Pero, además de sonrisas, también hay unas cuantas lágrimas. Y es que a muchas nos entran ganas de llorar cuando nos paramos a pensar que en nuestro país se invierte en Defensa casi más del triple que en Educación. Por eso, desde la escuela pública no dejaremos de exigir que se invierta muchísimo más en nuestro sector, porque hay mucho trabajo por hacer y nosotras no llegamos a todo.

Y para quienes piensan que con la plaza de funcionaria se acaban los problemas, aquí van algunas de las dificultades que se encuentra una maestra de la escuela pública en su día a día.

Vuelta a empezar

Enhorabuena. Eres funcionaria y este curso vas a trabajar en un centro público de Educación Primaria. Si has sacado plaza en la última oposición, te destinarán a un colegio distinto cada curso, lo que te obligará a hacer dos mudanzas por año y a dejarte una buena parte de tu sueldo en pagar el alquiler. Conoces a tus compañeros/as y a tu alumnado, intentas integrarte (con mayor o menor éxito) en un pueblo o ciudad bien lejos de tu casa, donde no conoces a nadie. Probablemente vivas sola y a veces tendrás miedo de andar de noche por ahí (porque todavía recuerdas a la compañera Laura Luelmo, asesinada a manos de un agresor sexual en el pueblo donde estaba destinada como profesora). Terminas el curso sin conocer cuál será tu próximo destino y, unos meses después, septiembre otra vez y vuelta a empezar.

Si además eres interina, ¡felicidades! Este bucle se puede alargar hasta el infinito. Y aquí encontramos el obstáculo número uno: despídete de la estabilidad y olvídate de hacer planes de futuro, porque tu vida ahora depende de la Consejería de Educación y, según la comunidad autónoma donde trabajes, la obtención de tu destino definitivo no llegará antes de los diez años.

Pero esto es solo el principio. Seas tutora, especialista o ambas, pronto te darás cuenta de la de veces que te dirás a ti misma “no me da tiempo” o algo parecido a lo largo del día, acumulando tareas que no eres capaz de asumir, porque tienes 25 estudiantes en cada clase, no tienes horas de apoyo dentro del aula y en tu centro (con suerte) solo hay una compañera de PT, una de AL y una orientadora. También porque tienes dos alumnas de incorporación tardía y desconocimiento del idioma que no están recibiendo sesiones de inmersión lingüística, porque no has recibido la suficiente formación en Educación Inclusiva y atención a la diversidad, porque no le estás dando a tu alumnado NEAE la atención que necesita.

Además, entre el alumnado de tu clase están empezando a surgir conflictos y puede que incluso se esté hablando de algún caso de acoso, pero en tu cole no hay educador/a social y, cuando te das cuenta, se ha pasado la mañana y no te ha dado tiempo a gestionarlo. Porque han vuelto a cambiar la legislación educativa y ahora tienes que diseñar nuevos instrumentos de evaluación y enviar las actas y las evidencias por la nueva plataforma. Porque esta tarde tienes tutoría con una familia que viene a presentar sus quejas (y con razón) porque su hija no está recibiendo las sesiones de apoyo que necesita y porque, además, hoy es el Día de la Paz y hay que salir al patio a cantar una canción que todavía no habéis ensayado.

Derecho a reclamar

Pero llega tu cuñado y te dice que tú ya tienes la plaza y que no te puedes quejar. Y tú, que ya no te callas, le dices que claro que puedes. Debes quejarte y debes protestar. Porque vocación sí, pero también explotación. Y una buena manera de hacerlo colectivamente es afiliándote a un sindicato. Porque allí te van a comprender, te van a asesorar y a acompañar en esa lucha por defender una educación pública y de calidad para todos y todas. Para exigir que se dote de mayor presupuesto a la pública aumentando las plantillas del profesorado para que bajen las ratios, para demandar más especialistas de PT, AL y Orientación, así como la inclusión de la figura del/la educador/a social en todos los centros.

Para que las compañeras y compañeros de servicios (PTIS, PTSC, monitores/as de comedor y aula matinal, conserjes, etc.) tengan reconocidos los mismos derechos laborales que el personal docente. Para que en las escuelas rurales o las que están alejadas de la capital se den facilidades para fijar el profesorado y poder llevar a cabo proyectos educativos a largo plazo. Para reclamar una formación continua del profesorado que se ajuste a la realidad sin que sean empresas privadas las que saquen rédito económico. Para dotar de más recursos a aquellos centros que reciban alumnado inmigrante o en situaciones de vulnerabilidad y poder atenderlos debidamente. Para reclamar los apoyos y recursos necesarios que nos ayuden a identificar situaciones de riesgo en nuestro alumnado y saber cómo afrontarlas.

Para que la atención a la diversidad sea una prioridad del sistema educativo de nuestro país y que la igualdad de oportunidades sea efectiva y real, y no un papel mojado en cada renovación legislativa. Porque nos sobran las razones para quejarnos, protestar y defender nuestros derechos, porque las maestras jóvenes de la pública ya no nos callamos y estamos aquí para cambiarlo todo. Y sabemos que el sindicato está de nuestra parte.

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Marina Borja Alarcón

Maestra de Primaria y afiliada de base de CCOO Enseñanza