No menos importante es mejorar la formación de las y los adultos para que entiendan la importancia y apoyen la participación de los y las menores en la vida pública.
Dicha participación es fundamental para el aprendizaje de su posterior vida política y democrática. Un aprendizaje que empieza en la comunidad educativa y que tiene el referente más significado en el centro. La participación de las y los menores tiene que ver con la implicación de estos en el diseño, la aplicación y la evaluación de las políticas y la legislación tanto de aquellas que le afectan directamente como grupos, como aquellas más generales que van construyendo el escenario de sus vidas.
La Estrategia sobre los Derechos de la Infancia es una prioridad para la Comisión Europea, y se fortalece con la aportación de este estudio que avanza en la protección y defensa de los derechos de los niños, las niñas y la adolescencia.
El estudio analiza la realidad en la UE y el Reino Unido a nivel nacional, y en 10 países a nivel nacional y local, con 12 estudios de caso. Más de 200 niños y jóvenes han compartido sus opiniones y experiencias en entrevistas y grupos de discusión durante la investigación. Por otra parte, la Comisión ha recibido más de 10.000 aportaciones en línea de los niños y de las niñas de las principales agencias y organizaciones de derechos de la infancia sobre la próxima Estrategia sobre los Derechos de la Infancia. Además, la Comisión Europea ha publicado una versión del estudio adaptada a los y las menores.
¿Cuáles son las conclusiones más importantes de este estudio?
- Este estudio ha identificado más de 300 mecanismos que facilitan la participación de los y las menores de 18 años en la vida democrática, aunque estos no están bien documentados para el dominio público. Por tanto, los y las menores expresaron no conocerlos, planteando problemas relacionados con la disponibilidad y accesibilidad de la información.
- Preocupa la representatividad de la infancia en los mecanismos. Esta apunta al reto de garantizar que las voces de los y de las menores, de diferentes orígenes y grupos vulnerables, estén presentes y sean escuchadas.
- La mayoría de los mecanismos están pensados y orientados para adolescentes y jóvenes. Es posible que estos mecanismos no respondan a las necesidades de los niños y de las niñas.
- Los mecanismos que involucran a los y las menores son más exitosos, impactantes e inclusivos. Sin embargo, sigue siendo un desafío saber si en particular ha sido dirigido por menores.
- Los puntos de vista y las opiniones de los y las menores no son vinculantes, sino que son “recomendaciones” que no obligan a las instituciones.
- El estudio también concluye que la participación de la infancia en la vida política y democrática todavía no se percibe como parte integral y fundamental de los procesos de elaboración de políticas y de toma de decisiones. Sería deseable un mayor seguimiento y evaluación.
- El punto 6 tiene que ver con las percepciones y actitudes que la “sociedad adulta” tiene sobre la participación de la infancia y la adolescencia. Esto obstaculiza la integración adecuada de la participación de los y las menores en el proceso de elaboración de políticas, y puede conducir a ejercicios «simbólicos».
- La digitalización de los procesos de participación ha posibilitado fortalecer el activismo de los y las menores. Esto se debe a que el espacio digital ofrece una plataforma para actuar democráticamente y que, además, tiene un papel importante en la vida de los niños, niñas y jóvenes. Pero la pandemia de la Covid-19 ha puesto en evidencia la brecha digital, su componente social y económico. Esta situación agudizada por la crisis de la pandemia puede provocar menores niveles de participación y mayores niveles de desigualdad. No menos importante es salvaguardar la presencia de los y las menores en la red.
- La preparación de la infancia, la adolescencia y de los adultos para la participación es muy importante en la formación democrática de la futura ciudadanía. En este sentido, es preciso comprender mejor qué enfoques tienen más impacto y promover la extensión de estos enfoques a otros contextos.
- El objetivo a largo plazo debería ser garantizar que todos los adultos, y en particular quienes ocupan puestos de decisión, comprendan y faciliten los derechos de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes a participar de forma significativa en los procesos políticos y democráticos. La UE puede desempeñar un papel importante en muchos de estos procesos de transformación.