En España lo padecimos en carne propia durante la dictadura franquista en la modalidad del nacionalcatolicismo. Hoy resurge en la alianza entre Vox y organizaciones ultracatólicas como HazteOír, Infocatólica, Asociación de Abogados Cristianos, El Yunque, Germinans germinabit, etc., que cuentan con el apoyo de un sector importante e influyente de la jerarquía católica, de algunos pastores evangélicos y con el silencio ¿cómplice? de los órganos representativos del episcopado español. Para identificar dicha alianza he creado el término cristoneofascismo. Estas organizaciones dicen defender los valores cristianos en su pureza.
Pero tal pretensión es desmentida por sus discursos y prácticas de odio contra el feminismo, la mal llamada “ideología de género”, el matrimonio igualitario, el colectivo LGTBI, la educación afectivo-sexual, los derechos sexuales y reproductivos, la ley de la memoria histórica, la inmigración, el laicismo y el ecologismo. Se caracterizan por el negacionismo de la discriminación de las mujeres, del cambio climático y de la violencia machista, así como por el elogio del franquismo, la defensa del ultraliberalismo, de la familia patriarcal, de la identidad nacional excluyente y de la dialéctica amigo-enemigo en las relaciones internacionales y en la política nacional. Sus discursos y prácticas están muy lejos de los valores del cristianismo originario como la opción por las personas y los sectores más vulnerables de la sociedad, el perdón y el amor, incluso a los enemigos.
La expresión que he creado ha adquirido carta de ciudadanía y entró en el debate político del Congreso de los Diputados el pasado 4 de febrero cuando la diputada de ERC, María Carvalho Dantas, dijo a la bancada de Vox: “Han entrado ustedes en esta internacional cristoneofascista”. Yo lo ratifico.
Hoy, en España, nacionalcatolicismo y cristoneofascismo se dan la mano en los programas y las prácticas políticas de las organizaciones religiosas citadas, los grupos y los partidos políticos de la derecha y la extrema derecha en alianza y complicidad. Estamos retrocediendo varias décadas. Es necesario pensar y activar estrategias pedagógicas adecuadas para revertir la situación y evitar así que el deterioro de la democracia vaya a más, y que los valores religiosos se perviertan y se conviertan en sus contrarios.