Las condiciones en las que se tiene acceso a la educación, para que no supongan un privilegio o una discriminación en virtud de la situación socioeconómica, es el punto de conflicto entre las ideas progresistas y las conservadoras que defienden los privilegios de las élites. La clase trabajadora es la que más necesita que la educación pública sea la mejor y predominante para asegurar la cohesión social.
Tenemos derecho a la mejor educación para que las próximas generaciones puedan afrontar los retos de un futuro incierto y cambiante, de cara a avanzar hacia una sociedad que destierre la desigualdad, la precariedad y la injusticia.
Por ello, debemos estar preocupados por cómo evoluciona nuestro contexto y la realidad que nos rodea. Es una muy buena noticia para el personal docente que mejoren nuestras condiciones laborales, pero también lo es que mejore el salario mínimo, las pensiones, la reforma laboral y cualquier progreso que corrija las condiciones de vida de la población a la que nos dirigimos todos los días.
CCOO defiende la redistribución justa de la riqueza, una de cuyas consecuencias esenciales es el incremento de la financiación de los servicios públicos que, además de pagar nuestras nóminas y permitir la reducción de nuestros horarios, es esencial para aumentar la oferta pública y sus plantillas, mejorar la formación, reducir las ratios y dar más atención al alumnado y sus familias.
El poder de una organización
La idea de que un sindicato global defiende peor los derechos y condiciones de un colectivo concreto es objetivamente falsa. La estructura confederal, federal y territorial de CCOO le permite defender los principios generales y a los colectivos específicos con la misma fuerza e intensidad. Además, con la enorme ventaja que le da poder actuar en todos los ámbitos, mesas y foros, y coordinar con los actores relevantes, generar sinergias y combinar esfuerzos para conseguir reivindicaciones que de otra forma no serían posibles.
Dar la fuerza a CCOO como sindicato principal de la enseñanza hace posible el progreso social y el de nuestra profesión. Dársela a los sindicatos amarillos corporativos, especialmente a aquellos que forman parte de la derecha social, es ponérselo fácil a quienes nos atacan, nos dividen y nos quieren presentar como un gremio disgregado y al margen de las necesidades de la sociedad. Si consiguen situarnos ahí ante la opinión pública, cualquier objetivo concreto y ambicioso será difícil de conseguir.
