Por una habitación propia (otra vez)

EN OCTUBRE DE 1929 SE PUBLICÓ «UNA HABITACIÓN PROPIA» DE VIRGINIA WOOLF. Casi cien años después, este ensayo cobra más vigencia que nunca. La autora defendía la necesidad de independencia económica, de poder procurarse un espacio para sí misma, para lograr la autonomía de las mujeres. Es necesario tener un espacio de libertad, donde desarrollar la creatividad, aprender, incluso aburrirse libremente, para que las mujeres logren su independencia real.

A menudo usamos los conceptos de emancipación, independencia y autonomía casi como sinónimos, aunque el primero es la base que debemos defender para conseguir o mantener los otros dos. Una puede ser independiente, en un sentido económico incluso, y no poder emanciparse. La situación con la que nos encontramos hoy en día es aún peor, ¿hasta qué punto nos podemos considerar independientes si compartimos piso ya hasta los cuarenta y muchos?

No es ningún secreto que la vivienda es un gran problema para la clase trabajadora de nuestro país. La emancipación de las personas jóvenes pasa sí o sí por compartir piso cada vez más tiempo y con más gente para hacer frente a los precios desorbitados de la vivienda. De hecho, animamos a cual quiera que esté leyendo este artículo a que abra una de esas aplicaciones para encontrar alquiler y busque alguno por menos de 800 euros en una ciudad. En la mayoría solo hay disponibles ya dos o tres inmuebles, que más parecen una habitación con fogones y váter que una casa.

Si a esto sumamos que la precariedad tiene cara de mujer y de joven con trabajo parcial, a nadie se le escapará quién tendrá más complicada la emancipación. Esto tiene efectos devastadores en la formación de expectativas vitales para las personas jóvenes. Pero también, para aquellas que no desean vivir en pareja o con otras personas, cosa que ya parece un lujo. No reivindicamos este “lujo” por avaricia, sino porque nos sitúa en algunos casos en posiciones de verdadera vulnerabilidad. ¿Cómo afecta a las mujeres de las que hablábamos, foco de la precariedad, si quieren divorciarse? ¿Y si además tienen menores a su cargo?

Virginia Woolf también escribió Memorias de un gremio de mujeres trabajadoras. Se trata de un texto en el que la escritora recoge el relato de varias reuniones a las que asistió. En ellas se trataban temas que siguen vigentes hoy: pobreza energética, bajos salarios e interminables jornadas laborales. Evidentemente, no puede compararse el momento actual con la revolución industrial londinense, pero resulta revelador cómo las preocupaciones de las mujeres obreras son las mismas: no tenemos tiempo ni suficiente dinero y no podemos vivir solas.

A esto debemos añadir que el contexto actual del Estado español es el de una economía en gran parte fundamentada en el turismo. Nuestro sindicato tiene claro que hay que diversificar este foco, pero tendremos grandes problemas para hacer entender esto a los gobiernos neoliberales de mu chas de nuestras comunidades autónomas. Montse Hidalgo Pérez y Borja Andrino publicaron una investigación hace unas semanas en El País[1] sobre el mercado inmobiliario en todo el territorio. La compra de viviendas en manos de extranjeros (europeos) es ya cuatro veces mayor que en 2009. Y es curioso cómo se habla de la compra a manos de “extranjeros” y no de “inmigrantes”. ¡Lo que es el lenguaje!

En Málaga, Balears y Santa Cruz de Tenerife ya superan el 20% de las compras, y en Alacant más del 36%. Según el reportaje, la región de procedencia de estos compradores es el norte de Europa, con países de salarios y pensiones mayores. De ahí que la subida descontrolada de los precios que sufrimos desde hace cinco años no les afecte prácticamente cuando deciden establecerse en nuestras ciudades.

Lejos de poner remedio a este problema, vemos a los gobiernos de las comunidades más afectadas fomentar la llegada de este tipo de compradores. No es casualidad, obviamente, que en estas autonomías gobiernen partidos conservadores y neoliberales a los que la especulación inmobiliaria dio en su momento muchas alegrías, y que ven en este tipo de turismo una ventana de posibilidades muy beneficiosa para ellos.

Pero ¿y nosotras? Las personas que vivimos en esas comunidades, la clase trabajadora que está sufriendo desde hace ya unos años este encarecimiento. ¿Tenemos alguna defensa?

Ante la pérdida de perspectiva vital, la imposibilidad de construir un proyecto estable, una puede caer en una espiral de pesimismo y frustración. Es necesario, en este punto, socializar estas preocupaciones y organizar la respuesta, atendiendo a todas las necesidades. Debemos dejar atrás el paternalismo con que tratamos el problema de la vivienda, como si fuera una suerte de “mili” personal por la que todas debemos pasar hasta que llegamos a nuestra vivienda definitiva. Sobre todo porque no es un problema que afecta solamente a la juventud, como apuntábamos más arriba.

Cualquiera que esté a favor de la liberación de la mujer o de la lucha del colectivo LGTBIQ+, o del deber de socorro a las personas que salen de su país buscando una vida mejor, es decir, cualquiera que defienda los derechos humanos, ya habrá entendido en este punto que la lucha por una vivienda digna es también la de proteger a muchos colectivos que son especialmente vulnerables ante su encarecimiento.

Toca organizar la respuesta, desde la base. Somos la herramienta que puede luchar para que nadie se quede sin esa habitación propia.

[1] https://elpais.com/economia/20250126/450000casasenunadecadalaimportanciadelascomprasde viviendadeextranjerosensietegraficosesenciales.html

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Pau Garcia Orrit

Secretaría de Juventud de FECCOO