Nacisteis de la pareja perfecta, erais (según ellos) el broche del amor, pero este se fue y vosotros quedasteis atrapados en la nueva realidad, viendo a trancas y barrancas la despreocupación hacia vosotros.
Llegó el momento de la custodia, los dos luchaban, uno por no pagar vuestra manutención y el otro por recibir más de lo que la ley estipulaba. Erais moneda de cambio, “si me das más, te lo dejo más tiempo…”. Custodiar, uno de los verbos más bonitos y extensos de la lengua, algunos de sus muchos significados son: mantener, guardar, velar, proteger, conservar, defender, escoltar, vigilar y un largo etc.
Tú, pequeño ángel sin custodia, te has quedado en medio de cualquiera de esos significados. Lo único que vales es lo que acuerden por ti las dos personas que deberían custodiarte, sin importarles lo que sufras. La única manera de llevarte a ellos será algún regalo, nunca un cuento a la hora de dormir o un abrazo, un beso por si tus notas no han sido suficiente o te has caído y te has hecho daño.
Debería haber una cláusula en el contrato de divorcio que especificara el grado de gravedad que sería no hacer feliz al menor.
Debería haber un superhéroe, un super custodio para los ángeles sin custodia.