CUANDO CONOZCO A UNA PERSONA NUEVA y le explico que estoy formándome para investigar en matemáticas puras, es bastante frecuente para mí percibir su asombro. Y es comprensible: esta profesión pasa desapercibida por abstracta e infrecuente, y además la imagen de una mujer joven no encaja dentro del imaginario asociado al colectivo científico.