LA GRAN REVOLUCIÓN DE LA EDUCACIÓN ESPAÑOLA se llama Formación Profesional. Después de décadas relegada a una opción de segunda, la falta de personal cualificado que dé respuesta a las demandas de un mercado laboral ávido de técnicos la ha impulsado a los altares de la empleabilidad. Olvidada la mala fama, ahora los retos, que llegan de la mano de la nueva Ley de FP, son otros. Luis García Domínguez, director del IES Puerta Bonita de Madrid, los reduce a uno que engloba a todos: financiación suficiente.