El año de la hermandad

QUE SE ACABE EL SILENCIO. Dar voz a la comunidad gitana es ahora más urgente que nunca. Mientras espero a la actriz y activista Celia Montoya, de Verberipen Rroms por la diversidad, introduzco la palabra “gitana” en la página de la Real Academia Española para conocer qué acepciones tiene formalmente este término.

Al leerlo me quedo más que sorprendida (en verdad nada me sorprende de la RAE): aún hoy, sigue estando la acepción de trapacera como definición de “gitana”, si bien especifica que es un término dicho como ofensivo o discriminatorio. Pienso que, si es así, ¿para qué lo ponen?

Este es el imaginario de la mayoría de las personas sobre la comunidad gitana. En la actualidad existen unos 750.000 gitanas y gitanos en nuestro país. Casi como una ciudad completa, Sevilla, Zaragoza o Valencia.

Según voy escuchando a Celia, constato lo poco que nos han contado en la escuela. Phenjalipen (fonéticamente penyalipen) en Rromano significa hermandad de mujeres, lo que vendría a ser sororidad. ¡Fíjate!, me dice Celia con mucha pasión. Hace lustros que las gitanas ya sabíamos de esto y me emociono mucho al escucharla, porque siento el poco interés que le ponemos a conocer de verdad a un pueblo que nos acompaña desde 1425… ¡Casi 600 años! Existen documentos históricos al respecto.

Celia, como coordinadora del programa Rromaní Pativ, que trabaja por la dignidad gitana en los mass media y en Internet, me da una clase exprés sobre su pueblo, la manera de vivenciar la enfermedad, la forma en la que la familia se convierte en un espacio seguro, y por qué las instituciones y la escuela no cumplen con la función que le sería propia, la de darnos espacios y educarnos sin fagocitar a todas y a todos, seamos quienes seamos y vengamos de donde vengamos.

Y me pone de manifiesto todo un mundo desconocido, porque la “ciudadanía mayoritaria” no tiene demasiado interés en acercarse a conocer una cultura que está tan simbiotizada a la suya, tan cercana y, a la vez, tan lejana. Eso para mí es bastante difícil de digerir, porque la responsabilidad es, en mayor medida, de quien no quiere conocer.

Dar visibilidad, dignificar al pueblo y la cultura gitana, poner de manifiesto su propia diversidad y buscar referentes positivos para sus niños y niñas, son algunas de las cuestiones que abordan los colectivos que componen la Plataforma Khetané, que es la confederación de asociaciones que trabajan conjuntamente por el pueblo y la cultura gitana. Khetané significa “juntos” en Rromaní. Qué palabra tan bonita y qué cara se vende últimamente. Vivimos en el mundo de la individualidad y, de repente, pronunciar Khetané juntos en esta tarde cobra mucho más sentido.

La escuela no puede ser un espacio definido a gusto de la “ciudadanía mayoritaria”, que cada día empieza a ser más minoritaria. Ganamos las diversas, las otras, en un contexto en el que todo lo que no queremos ver lo ocultamos, lo invisibilizamos, lo denostamos, le quitamos valor.

Khetané significa ‘juntos’ en Rromaní. Qué palabra tan bonita y qué cara se vende últimamente

En el número 355 de nuestra revista, el profesor Chema Salguero presentó el estudio que realizó Grupo Índice sobre los libros de texto y el tratamiento hacia la comunidad gitana. Se revisaron 221 libros, 106 de Educación Primaria y 115 de Secundaria. Tras el exhaustivo estudio volvieron a poner de manifiesto que la comunidad gitana no existe en los libros de texto de nuestras niñas, niños y jóvenes. Según expuso el profesor, “En casi 40.000 páginas solo aparecen 32 referencias explícitas (0,08%); las referencias literales son mayoritariamente anecdóticas o prejuiciosas (84,4%), y tan solo un 15,6% pueden considerarse inclusivas y respetuosas, estando más presentes en los libros de la ESO que en los de Primaria (el 84,4% frente al 15,6%)” (pág. 23 Revista TE 335).

Ahora podemos entender por qué el imaginario sobre la gitana o el gitano es el que es, sencillamente nadie nos enseña a respetar, al afecto entre ambos pueblos, sin trabas ni miramientos. Nos enseñan a pensar que lo nuestro es “bueno”, “normal”, “natural”. ¡Qué daño hace esto a las niñas y a los niños! No solo de la comunidad gitana, también a quienes construyen su subjetividad desde el miedo, la desconfianza y el prejuicio.

Celia me cuenta que el 8 de abril de 1971 se celebró en Londres el I Congreso Internacional de Intelectuales Gitanos, que duró una semana y contó con la participación de representantes de 29 países para decidir cosas comunes. De allí sacaron, entre otras cosas, la necesidad de poner un día en el que su pueblo pueda conmemorar todo lo vivido hasta hoy. Con esa fecha en mente, ella y yo fantaseamos con celebrar este año juntas el 8 de abril para llevar a los coles una campaña común que dé referencias positivas a nuestros niños y niñas. Estoy segura de que ese día lo vamos a celebrar. 2019 será el año de la hermandad. Por lo menos, el año de la hermandad de Celia y Belén.

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