Unai Álava Artuch. Secretario general de CCOO Enseñanza de Navarra

“Responsabilizar a la juventud de la derechización de la sociedad no es el camino”

MUY CONSCIENTE DE LOS DESAFÍOS QUE IMPLICA LA SINDICALIZACIÓN DE LAS PERSONAS JÓVENES, debido a la poca estabilidad laboral y al auge de corrientes individualistas, la falta de conciencia de clase y las ideas neoliberales que avanzan imparables, Unai Álava cree que la forma de luchar contra el desprestigio de las organizaciones sindicales es integrar dentro de CCOO las necesidades individuales y articularlas en torno a aquello que nos une: el trabajo y la defensa de nuestros derechos, desde una perspectiva común y solidaria.

UNAI ÁLAVA ARTUCH, nació en Pamplona (1997), aunque su familia es de la Ribera de Navarra. Estudió Historia en la Universidad del País Vasco y un año en Uruguay. Se especializó en Arqueología y posteriormente realizó el Máster de Profesorado en la Universidad Pública de Navarra. Paralelamente, militó en el sindicato estudiantil de la Universidad y, tras comenzar su vida laboral, en CCOO. Ha trabajado como guía en museos, arqueólogo y como docente de Euskera y de Historia. En el sindicato ha hecho extensión sindical y procesos electorales en el ámbito privado, y desde septiembre de 2023 es secretario general de Enseñanza en Navarra.

 

Vamos a empezar fuerte: ¿cuál es la principal deuda de CCOO con las personas jóvenes?

Creo que CCOO no es un fin en sí mismo, sino una herramienta para organizarnos como personas trabajadoras que somos y por eso no creo que pueda haber deudas. Puede tener mayor o menor utilidad para ciertas labores, pero la clave está en saber adaptar la herramienta para optimizar su funcionamiento.

Si queremos que esta herramienta funcione, creo que deberíamos hacer partícipe de ella a las personas implicadas. No podemos pecar de despotismo, porque esas recetas no suelen funcionar. Aunque parezca arriesgado, modificando ciertas dinámicas en favor de nuevas formas de trabajo, podemos ser más útiles para que las personas jóvenes encontremos en esta casa un espacio para autoorganizarnos.

¿Estamos en condiciones como sindicato de reducir esa deuda?

Yo creo que sí. Para ello tenemos que participar de espacios comunes con las personas que están comenzando su vida laboral. Mantener contacto con organizaciones estudiantiles, de barrio, comisiones de fiestas de pueblos, asambleas feministas, plataformas de conflictos concretos o sectoriales, o plataformas contra casas de apuestas, iniciativas ecologistas…

Todas las personas que participan de estos espacios tienen una cosa en común: trabajan. Ser referencia y hacer de nuestro proyecto sindical un lugar donde estas personas puedan solucionar, compartir y concienciar sobre su realidad laboral es la mejor manera de rejuvenecer.

¿Nos falta representatividad entre la juventud? ¿Por qué?

Hay una realidad que supera lo interno. Las personas jóvenes tenemos problemas para encontrar trabajos estables, que nos permitan organizarnos a corto o medio plazo. Cuando entramos en una empresa no tenemos ninguna certeza de que vayamos a continuar allí después de unos meses, así que no podemos implicarnos en proyectos como elecciones sindicales que abarcan periodos de cuatro años de compromiso.

Además, la sociedad y la educación actualmente no son un tablero de juego en el que salgamos a jugar con las mismas fichas que el rival. Las ideas neoliberales han calado completamente y en esa concepción de la realidad los sindicatos no somos precisamente algo atractivo. El desprestigio a nuestra labor es continuo.

Por otro lado, no podemos quedarnos de brazos cruzados y esperar. Tenemos mucho trabajo por hacer, y todo pasa por lo que comentábamos antes: ser representantes de la juventud pasa por ser juventud. No hay atajos para este trabajo. O conseguimos que esta herramienta tan potente que es CCOO sirva para organizarnos como juventud trabajadora, o esa representatividad no va a crecer.

Mucho se dice que la gente joven no tiene compromiso ni fondo sindical… ¿Cuál es su experiencia en este sentido? ¿Lo siente como una generalización vacía?

Es muy recurrente, y creo que siempre lo ha sido, establecer una diferencia generacional en todos los aspectos de la vida: “la generación de mi abuelo era más trabajadora que la de mi padre, la de mi padre más que la mía y la mía más que la que está por venir.” Es un mantra que ni es real ni nos hace ningún favor.

En el mundo del trabajo hay una división clara y no se establece según tu edad, sino según tu renta. Por lo tanto, este debate creo que desvía un poco la mirada de lo realmente importante.

Es cierto que una generación que se cría en una sociedad que es bombardeada una y otra vez con los mantras neoliberales tiene muy difícil desarrollar conciencia de clase. Pero esas bombas no caen espontáneamente del cielo, son fruto de años y años de batalla ideológica en la que es una realidad que quienes creemos en una alternativa a este sistema hemos ido perdiendo posiciones.

“La maquinaria para invisibilizar nuestro trabajo diario es tremenda. Contra eso, solo nos queda la vía empírica”

¿Qué le falta y qué le sobra a CCOO para seguir creciendo?

 Ojalá tuviese la certeza de saber qué es lo que falta y qué es lo que sobra. Esto, supongo que, como todo, está por descubrir y seguro que hay más de un camino. Por ahora yo estaría muy pendiente de las nuevas formas de trabajo y de los cambios tecnológicos que puedan desarrollar cambios estructurales en la organización del trabajo. Por contestar a la pregunta: nos faltan certezas, pero nos sobra capacidad para seguir buscando.

¿Cree que la ciudadanía, en especial la juventud, entiende la importancia de la labor sindical en los derechos conseguidos y en su mantenimiento futuro?

A lo mejor me repito, pero está claro que esta sociedad está inmersa en las lógicas neoliberales. Estas no permiten que una organización que prioriza lo colectivo por encima de intereses puramente personales tenga buena prensa. La maquinaria para invisibilizar nuestro trabajo diario es tremenda. Contra eso, solo nos queda la vía empírica. Participar y hacer partícipe de nuestro trabajo, centro a centro, a la gente que está a nuestro alrededor.

Tal y como está el mundo, con Milei, Bolsonaro, Santiago Abascal y otros personajes del estilo, más nos vale que nos pillen bien organizados para no retroceder.

¿Cuál es la principal ventaja de afiliarse a CCOO?

Aquí voy a hablar de mi experiencia personal, que no sé si es extrapolable al resto. Después de mi etapa formativa, donde había estado participando en Ikasle Ekintza, un sindicato estudiantil en Euskadi, encontré en CCOO un lugar donde seguir organizándome con otros compañeros y compañeras que también habían dado ese paso anteriormente. Esa transición al mundo del trabajo fue más sencilla gracias a esa gente que ya estaba en CCOO.

A partir de ahí, conocer esta herramienta que es CCOO es en sí la mayor ventaja. No creo que haya ninguna organización más útil y que esté más pegada a la realidad laboral de la gente que la nuestra.

¿Ha calado este mensaje en la juventud o necesitamos dedicar más esfuerzos para conseguirlo?

Es una cuestión de insistir, no estamos en posición de dejar de predicar. Cala mucho más cualquier mensaje que apele a los intereses individuales de cada uno, pero para eso estamos nosotras y nosotros, para aglutinar esos intereses y reconvertirlos en comunes y colectivos. Hay que dedicar no más, sino todos nuestros esfuerzos.

Una idea fijada en la sociedad es la apatía de la gente joven, sobre todo hacia las instituciones más clásicas. ¿Es real esa percepción en las personas de su edad o más jóvenes?

Es una realidad que lo que denominamos “estructuras de mediación social” están inmersas en una crisis de legitimidad. No se libran los partidos políticos, los medios de comunicación, las estructuras gubernamentales ni, por supuesto, los sindicatos.

Esta situación no es nueva, creo que a mi generación, desde 2008, nos ha tocado ir esquivando distintas crisis. Concretamente aquella fue resuelta con una gestión ultraliberal durísima. El relato que se construyó entonces hablaba de hombres de negro, troika, casta y 15-M. Durante y después de aquella crisis, el descontento parecía estar ubicado en algo similar a lo que denominaríamos la izquierda, aunque a los sindicatos nos tocó recibir algún que otro coscorrón también.

Sin embargo, después de esta última crisis, nacida de una mezcla entre COVID y guerras que sacan a relucir la gran interdependencia que existe entre territorios a la hora de tener suministros y materiales, hemos salido con rectas más sociales. Pero la percepción es que la izquierda se ha ido institucionalizando y la reacción ha sido completamente la contraria. Creo que lo políticamente incorrecto, lo rompedor y lo “canalla”, se lo ha ido apropiando una derecha cada vez más radicalizada, y que ha sabido construir su discurso a través de canales que desde las organizaciones más grandes hemos dejado de lado durante mucho tiempo.

Los mantras neoliberales van calando, el descontento social es el mejor caldo de cultivo para deslegitimarnos y asimilar el derecho individual a todo aquello que se pueda comprar es algo cada vez más recurrente. Esta idea no es algo que la juventud haya construido por sí misma.

Es el resultado de una batalla ideológica que se ha dado desde hace tiempo, por lo que responsabilizar a la juventud de la derechización de la sociedad, por el hecho de ser jóvenes, no es para nada el camino.

“El descontento social es el mejor caldo de cultivo para deslegitimarnos y asimilar el derecho individual a todo aquello que se pueda comprar es algo cada vez más recurrente”

¿Qué pasa respecto a la política?

Es más de lo mismo. La palabra política la hemos asociado a lo que sucede en los parlamentos y en las sedes de los partidos, y eso a la gente le queda lejísimos.

Pero la política se hace en el curro, en el parque, en la escuela, en la asociación de madres y padres, en las fiestas de los barrios… Esa es la política en la que realmente tenemos capacidad de incidir, de convencer y de combatir el relato.

¿Por qué están en auge las ideas de la extrema derecha

Es lo que venimos hablando, esta gente ha sabido leer el momento. Apelan a lo irracional, a la patria, al odio, a lo que no se puede confrontar con ideas. En un contexto de descontento social y de incertidumbre, la salida que propone la extrema derecha es muy sencilla: “la culpa no es tuya, tranquilo, es de este otro que es mucho más débil que tú… el inmigrante, la feminista, los sindicatos…”. Desde luego no es algo nuevo, ya que el chivo expiatorio es más viejo que la tos, pero es preocupante porque es un fenómeno global. La extrema derecha se está haciendo fuerte en Europa, está más que asentada en EE. UU. y ha conseguido plazas importantes en Latinoamérica.

Esta extrema derecha, que ya vamos conociendo mejor, no es de sacar tanques a la calle el primer día. Pero su política no es otra que la de oprimir todos y cada uno de los derechos de las minorías y reprimir a la clase trabajadora organizada. Dejamos para otro momento el auge de los discursos belicistas, porque incluso han trascendido el espectro de la extrema derecha.

¿En qué hemos fallado como sociedad para que esto ocurra?

Esto es muy de la izquierda. Nos hemos quedado con lo peor del catolicismo, la culpa. Y, lo que es peor, diagnosticamos, desde nuestra posición de gente politizada, a una sociedad que no nos entiende y que está equivocada. Es interesante hacer esa revisión de en qué momento se torció todo, pero dudo que encontremos el “fallo”.

Esto no es el resultado de dos o tres decisiones equivocadas. Estamos donde estamos gracias a un proceso largo, donde la batalla ideológica ha pasado inadvertida en muchas ocasiones y, de repente, la “libertad” es la bandera de quien más oprime.

¿Qué responsabilidad tenemos como sindicato y como representantes de las personas trabajadoras en este sentido?

Aquí tenemos mucho trabajo. Lo primero es evitar el determinismo porque lleva a la inoperancia. En este sindicato cabe mucha gente y cada una vive realidades muy distintas, pero el eje que vertebra a todas ellas es el trabajo. Por eso nuestra labor es integrar las necesidades individuales en lo común y solidario.

Tenemos una ventaja y es que, a diferencia de la política, trabajamos en espacios micro como la empresa, en el instituto o en la asamblea. Ahí es donde nos vamos a encontrar más cómodos y cómodas. Es donde podemos y sabemos trabajar mejor para convertir las preocupaciones individuales en conciencia de clase.

Actualmente lidera la Federación de Enseñanza de Navarra, pero ¿cómo y cuándo empezó su carrera sindical hasta llegar aquí?

Yo llegué a CCOO a través del sindicato estudiantil. No era algo ajeno a mí, ya que compañeros que terminaron antes la universidad ya estaban organizándose en CCOO, en el espacio joven. Además, en mi casa siempre se ha hablado de política, cada uno con nuestra visión, pero siempre con muchos puntos de encuentro.

En CCOO he pasado por sectores muy diferentes. Empecé haciendo extensión sindical en empresas sin representación: escuelas infantiles, autoescuelas, academias y mil historias más. Más tarde, me tocó trabajar en dos sectores complejos, pero tremendamente comprometidos con las causas sociales, como son el sector de la intervención social y el de la atención a la discapacidad. Y ahora estoy peleando en la enseñanza pública.

“En este sindicato cabe mucha gente y cada una vive realidades muy distintas, pero el eje que vertebra a todas ellas es el trabajo”

¿Tiene algo especial ser el secretario general más joven a nivel autonómico de la Federación de Enseñanza?

No sé si es algo especial o no, supongo que han sido un cúmulo de circunstancias las que me han llevado a estar aquí, pero no lo ubico en el espectro de lo especial, aunque es bonito que la gente de mi alrededor confíe en mí, sin mirar la edad.

Para quienes podrían criticar precisamente  su  juventud… ¿Cree que le falta experiencia laboral en el sector de la enseñanza o se siente preparado para representar a todo el personal educativo?

Es que no pretendo representar a todo el personal educativo en absoluto. Por supuesto que me falta experiencia en algunas cosas, pero para eso tengo un equipo. La suerte que tengo es que hay gente en mi entorno que suple mis carencias. Venimos de sectores muy diferentes dentro de la enseñanza: intervención social, conservatorio, ciclos de Infantil y Primaria, Secundaria, modelos lingüísticos diferentes… Eso es lo que nos hace estar preparados para intentar aglutinar intereses diversos en un mismo proyecto.

¿Cuáles son los objetivos que se ha planteado para su mandato?

En Navarra estamos en una situación complicada. El año pasado se confirmó la tendencia al alza de los sindicatos corporativos y hay que trabajar muchísimo para revertirlo. Tenemos que hacer ver que CCOO va más allá, que defendemos los servicios públicos, que defendemos al hermano del docente que es veterinario y a la madre del profe de inglés que es administrativa.

Nuestro objetivo es trabajar en esa dirección, en la defensa de la escuela pública y de los derechos sociales en su conjunto.

¿Cuáles son los problemas más acuciantes en la realidad educativa navarra y los frentes que están marcando la agenda sindical en 2024?

Lo primero y principal es que las necesidades educativas crecen mucho más rápido que los recursos que se destinan a tratarlas. Y esto engloba cuatro puntos que venimos reivindicando desde el año pasado, que nos llevaron a convocar dos huelgas.

Por un lado, denunciamos la sobrecarga laboral, traducida en jornadas interminables y carga burocrática; la pérdida del poder adquisitivo, que desde 2010 ronda el 15%; la interinidad, que produce inestabilidad laboral para el personal y empeora los proyectos educativos de los centros; y las ratios, que repercuten directamente en la calidad de la enseñanza.

Hasta ahora hemos apostado por la unidad sindical, con la complejidad que supone ponerse de acuerdo entre los siete sindicatos que representamos al profesorado navarro, pero ahora las vías para conseguir nuestros objetivos se van dividiendo, aunque cinco sindicatos continuamos el camino hacia la movilización. Si no cambia la actitud del Departamento de Educación de Navarra, comenzaremos el curso movilizándonos.

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